LOS HECHOS
Por José Inés Figueroa Vitela
Panismo contra cabecismo
Solemos confundir panismo con cabecismo, porque la pandilla que asaltó el gobierno estatal y algunos ayuntamientos durante el pasado sexenio, se cobijó en las siglas del partido azul.
Ni el calderonismo -ascendente de la banda aquella- es tal, hablando de la tribu de depredadores que coincidieron en el segundo gobierno federal panista, convirtiéndose en parásitos perenes, depredadores de presupuestos.
El “maestro borrachón”, sigue disfrutando de los privilegios que le dejó su paso por la Presidencia, ganados, por supuesto, a costa de vender fracciones del estado mexicano.
Valgan tales conclusiones, para dimensionar lo que hoy se vive en la correlación de las fuerzas políticas domésticas, particularmente al interior el PAN, que sigue “salvándose”, como instituto político, gracias a los endosos priistas.
Lo que se dirime bajo las siglas azules, es la preeminencia de esas hordas delincuenciales que han suplantado a las bases, apoderándose ilegalmente de las estructuras de mando partidista, o el regreso de la militancia original, digna y pulcra.
El más claro reflejo de esa disputa se vivió la semana pasada, al tenor de la última sesión plenaria del Congreso Local, evidenciando el perfil de cada una de las partes “en conflicto”.
Por un lado, el coordinador de la bancada, MOYO GARCÍA AGUIAR y el dirigente estatal partidista, CACHORRO CANTÚ -a los delincuentes se les llama por apodos y a ellos les gusta, hasta reclamar cuando no se hace- y por el otro, la diputada y dirigente panista tampiqueña NORA GÓMEZ.
Los “pelados”, acólitos, defensores y cómplices del exgobernador de triste memoria y la dama, militante de toda la vida, generacional, cuyo padre, abogado de profesión, fue fundador del partido en Tampico, el único municipio donde existe tradición panista.
En cualquier otra parte del Estado, donde ha ganado el PAN en el pasado, ha sido producto de coyunturas temporales, aisladas; sólo en la sureña municipalidad porteña, la alternancia ha sido acompañada de una militancia histórica.
Por eso, bien se dice, los unos representan lo más obscuro que ha llegado a sufrir el partido, mientras la otra representa la dignidad y oportunidad de empezar a lavarle el rostro a ese movimiento político, lastimado en el pasado reciente.
Y ambos hacen escuela.
Con los leales a FRANCISCO, ISMAEL, JOSÉ MANUEL, y demás parentela a la que por mandato legal se les debe llamar por apelativo “N”, lo que queda, es la esperanza de mantener la sustracción del presupuesto para cubrir la nómina de las complicidades.
En el auténtico panismo, la esperanza es poder sacudirse precisamente la imagen de esas prácticas, de sus autores y ejecutores, para aspirar a que los ciudadanos algún día los puedan volver a considerar una opción digna de gobierno y representación.
NORA, quiere hacerlo dentro del PAN, sin renunciar a sus convicciones y militancia de toda la vida, a la dirigencia y representación que mantiene en el único municipio, insisto, con auténtica militancia y convicción partidista.
Las otras tres diputadas que renunciaron a la bancada azul y se declararon “sin partido”, igual tienen la esperanza de que un día el instituto político pueda trascender a esa horda de ignorantes, delincuentes, que mantienen secuestradas las siglas.
Realmente fuera del CACHORRO y el MOYO, las tres diputaciones que le entraron al saqueo presupuestal a través de familiares y las otras tres humildes exempleadas a las que MORENA hizo diputadas -y los cabecistas deslumbraron con fajos del presupuesto-, los demás que aparecen en la bancada, íntimamente guardan el sentimiento de militancia y el rechazo a las prácticas torcidas de aquellos.
Están sobre la barda, decidiendo si se dejan llevar por la corriente delincuencial, o regresan al camino correcto de la historia, dando paso a la justicia y la legalidad que aquellos siguen escamoteando.
El cabecismo se sostiene en la dirigencia estatal partidista, en base a artimañas y complicidades, que no han sancionado el amañado proceso para reelegir al Cachorro, negándole el registro a otros aspirantes.
No es algo que puedan sostener por mucho tiempo.
Si las instancias jurisdiccionales no regresan a la senda de la legalidad y la justicia pronto, será el pueblo el que las avasallará de nuevo, a través de las urnas y entonces sí, la sentencia será implacable.
Hoy los MOYO-cachorros, “Ns”, Ascanios, Raulesramírez, Irvings, Cerdas, Faustinos, Juanfernandos y demás fauna procabecista, pueden pasear el cinismo de sus complicidades, amafiados en contra de los tamaulipecos, confiados en esa maraña de impunidad.
Cuando los diputados decentes hagan acopio de su dignidad y retomen la auténtica representación del pueblo, todos serán sujetos de rendir cuentas, por el incumplimiento de sus funciones y por las manifiestas complicidades, que son delitos punibles.
Si por miedo, comodidad o intereses personales, siguen permitiendo el abuso, el delito y la impunidad en contra el pueblo y las instituciones, dice el dicho, no hay mal que dure cien años; ya no hay más impunidad que trascienda a un trienio.
Exactamente dentro de un año, los tamaulipecos regresaremos a las urnas, el primer domingo de junio, y ahí les vamos a cobrar su ineficacia, corrupción y complicidades, a los funcionarios y a los diputados, que hoy siguen cobijando de impunidad al ex y los suyos.
El tiempo “pasa volando”.
No hay motivo para desesperarnos.
Que se preocupen los involucrados.
Por donde vayan NORA, SANDRA LUZ GARCÍA GUAJARDO, DANYA SILVIA ARELY AGUILAR OROZCO y LINDA MIREYA GONZÁLEZ irá la dignidad, el aprecio y el reconocimiento.
Cosa contraria a la estela fétida, en la condición pútrida de MOYO, CACHORRO, las LETYs y LIDIA MARTÍNEZ, cuya entrega al pasado delincuencial, les ha marcado de por vida…
Debut y despedida en su torcida interpretación de la política y la responsabilidad que acompaña al voto ciudadano.
Con su pan, terminarán de comérsela.
Veremos y diremos.
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