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El cerro de La Silla que rechazó el teleférico trágico

Causas idénticas son los factores que determinan la caída de góndolas en el teleférico del cerro de La Silla; el primero en 1961 que provoca cuatro muertos, entre ellos el del propio constructor y la segunda en 1964, que provoca otras tres víctimas, y la clausura por el Gobernador Eduardo Livas Villarreal

La inauguración en 1961

Luis Alvarado

El contar con un teleférico que llegara hasta la cúspide del Cerro de la Silla fue parte de los anhelos regios en la década de los 50’s. Se logra la primera etapa, pero la caída de una góndola en plena inauguración provoca cuatro muertos en junio de 1961.

Las operaciones se reanudan y la tragedia se repite en junio de 1964, causando la muerte de tres personas más, hasta que el entonces gobernador Eduardo Livas Villarreal decreta la clausura definitiva de la obra por insegura, abandonándose las instalaciones. A la fecha siguen ahí como mudos testigos de los hechos, como esperando mejores tiempos.

Esta es una cronología de los sucesos recabada en consulta hemerográfica y de la entrevista con un testigo de los acontecimientos, que marcaron para siempre el ambicioso proyecto. El dictamen oficial es que la obra fue hecha en forma apresurada e ineficiente.

El 27 de diciembre de 1950 el promotor de la obra, el sacerdote Carlos Alvarez se reúne con los miembros del Club Rotario Monterrey, a quienes da a conocer los planes de construcción del entonces titánico paseo que daría fama internacional a la ciudad.

Un orgulloso comité regio da a conocer el 27 de marzo de 1956 la inversión de seis millones de pesos para la ambicionada edificación del teleférico en el Cerro de la Silla –desde la falda hasta la cúspide- “con una longitud de cinco kilómetros”.

A ocho columnas en su sección local, el periódico El Porvenir cabeceó así: “Siete Países Piden la Concesión del Teleférico del Cerro de la Silla”. Empresas de Suiza, Alemania, España, Inglaterra, Estados Unidos, Italia y Francia esperaban ejecutar la obra.

En su tiempo fue la obra turística más importante del país

Consideraban como altura máxima mil 350 metros. “Los trabajos darán comienzo en mayo próximo y culminarán en 14 o 16 meses, faltando solo que el comité respectivo decida a cuál de los siete países interesados en el proyecto se le adjudicará”, dice la nota.

El organismo local presidido por Pedro Wood convocaba a la comunidad local y del país a aportar su esfuerzo económico porque sería un detonador del turismo “y el atractivo más importante de Monterrey e incluso de México en su género”.

El 28 de abril de ese 1956 otra nota de El Porvenir dice; “salvo que se presente una contingencia, el próximo lunes vence el contrato para la construcción del teleférico”. Se adjudica la obra a los alemanes. Pero vienen retrasos que impiden cumplir con el plazo.

Pasan los años, se procede con el tendido de torres y líneas hasta casi la mitad de la altura del emblemático cerro. El diario El Norte titula la nota principal en su sección B, el sábado 3 de junio de 1961:

“Concluida la primera etapa, Construirán Ahora la Segunda Etapa del Teleférico”. En el subtítulo se lee: “Tenderán un Cable sin Torres que Llegará Hasta la Misma Cima del Cerro de la Silla”. La fuente es el padre Carlos Alvarez, director de la Ciudad de los Niños y promotor de la importante obra que entusiasma a toda la región.

Constructor provoca la tragedia al caer góndola

La góndola de la primer tragedia en que muere su propio constructor

Pero la desgracia ya estaba presente desde la noche del viernes 2 de junio anterior. Así, ese diario publica en la misma fecha la nota de la conclusión del teleférico y en la página 12-A como información de Última Hora a una columna:

“Al momento de cerrar la presente edición tuvimos conocimiento de un lamentable accidente sucedido cuando una de las góndolas del teleférico descendía casi a media noche del Cerro de La Silla por causa de un alambre que se enredó en una de las góndolas cuando ya casi llegaba abajo”.

El Porvenir titula “Perecen Cuatro en Accidente Fatal” el mismo sábado 3 de junio de ese 1961 e identifica a las víctimas que caen de la canastilla la noche del viernes “a eso de las 23:30 horas”.

Son los ingenieros Alberto Rocatti de 50 años de edad, diseñador del teleférico y Jesús Fernández Guerra de 43, constructor de la obra; así como César Leal Flores de 43 y Angel Rodríguez González. Descendían al igual que los otros 300 invitados después de la inauguración.

Los profesionistas mueren instantáneamente al caer el vehículo y los otros dos perecen dos horas después en el Hospital de Zona del IMSS. La nota refiere que “la góndola al desprenderse del cable se enreda en el alambrón, cayó desde la torre 6 a 18 metros de altura”.

El domingo 4 de junio siguiente, El Norte publica en la 15-A “Ocupante Desengancha con la Mano la Góndola al Investigar qué Sucede”. Y Subtitula; “con base en opiniones técnicas, el fiscal atribuye a esa circunstancia el trágico accidente en el teleférico después de llamar a juicio de peritos”. Le atribuyen al constructor Fernández esa maniobra.

Con prudencia se ocultan los hechos”

Una ciudad conmocionada por la tragedia y el sacerdote Alvarez sumido en la pena por las dimensiones del hecho cuando minutos antes en la inauguración “el ascenso y descenso se hizo con felicidad”.

El Porvenir describe que a las 2:00 de la madrugada del sábado 3 por lo menos 19 góndolas estaban atrapadas a lo largo de la línea con importantes personalidades de la banca, la industria y el comercio. “Nadie de los atrapados conocían la tragedia en toda su dimensión, con prudencia se ocultan los hechos”, decía otro párrafo de las notas.

Publica además una fotografía nocturna de unos paseantes suspendidos en la canastilla que bromeaban entre si y pedían al reportero Carlos Landeros avisar a familiares. Ignoraban que a un kilómetro de distancia había caído una góndola como la suya.

Policías de Guadalupe y del estado, socorristas de las Cruces Roja y Verde, así como Bomberos acuden al rescate de los paseantes atrapados en las alturas. El agente del Ministerio Público, Alejandro Garza Delgado da fe de los hechos y ordena resguardar todo.

TESTIGO DE HECHOS NARRA SU VIVENCIA

Ventura Cantú, mensajero involuntario

A casi 48 años de esta tragedia, un testigo de los hechos describe su experiencia. Ventura Cantú Santiago se desempeñaba como mago-ventrílocuo y animaba la fiesta de inauguración en la explanada y terminal del teleférico a mitad de la montaña.

Ventura tenía 29 años de edad al día de la tragedia. Pero refiere que en 1948 se inicia como mago y ventrílocuo, además de ser locutor vespertino de radio. “Le gustó mi trabajo al padre Alvarez y en 1950 se funda la Ciudad de los Niños y yo fui animador de muchos programas a beneficio de la inauguración, incluso vino Pedro Infante y Arturo de Córdoba”.

Recuerda que en 1960 se hizo un marathón para recaudar fondos para el teleférico en el Teatro Montoya, conducido por Arturo Gamboa, quien luego sería el Tío Gamboín y el propio Cantú Santiago, quien a sus 77 años de edad responde a la entrevista:

Don Ventura, ¿Qué recuerda del día de la inauguración del teleférico?

VCS: “Pues se cae una de las góndolas donde venía el ingeniero Rocatti, el diseñador del proyecto y el ingeniero Fernández, el que lo construyó. El primero tenía una fábrica de elevadores marca Rocatti. Vinieron muchos de los benefactores de la obra, Don Eugenio Garza Sada, Don Rodolfo Junco, Antonio O’Farril. Eran los pudientes que aportaron”.

¿Usted conoció como se dieron los hechos de la caída de la canastilla?

Las góndolas del teleférico

VCS: “Se matan los constructores. Fernández era alto, se cayó por el peso y cae de cabeza, aparentemente el cable de comunicación se metió a la carrucha y Fernández se salió de la góndola con medio cuerpo afuera y con una botella de coca, pero abre el seguro para destrabar el cable”.

“Yo estaba en tierra, arriba del cerro, esperando una góndola para bajar, porque ya no alcancé a subir. De repente llega el aviso por radio ¡paren, paren! ¿Qué pasó, pregunta el padre Alvarez y el joven abajo con radiocomunicación contestó torre 8, torre 8. En total eran 20 góndolas, y 18 o 19 se quedaron suspendidas en los cables en las alturas”.

“La inauguración fue desde las 8:00 de la mañana, pero el accidente ya fue de noche, había baile en la explanada de la estación, arriba.”

 Avisa a casa de Don Eugenio de la tragedia

¿Qué más recuerda?

VCS. “Llegamos al sitio donde cae la góndola pasadas las 11 de la noche, pero al ir bajando por abajo de las góndolas cerro abajo oía las gentes atrapadas arriba, suspendidas en los cables, cada una traía a cuatro y me gritaban ‘¿Quien va ahí abajo? . ¡Yo, Ventura!’.

“Al llegar al sitio ya había socorristas y ambulancias. Dentro de la conmoción yo le agarré la cabeza (a Fernández) para ayudar a subir el cuerpo a la camilla, pero la cabeza estaba blanda y suelta y Rocatti se ensartó una cercha en la cara atrapado dentro de la góndola. Fernández cae fuera, porque cayó primero que la canastilla”.

“Otro que vio los hechos fue el empresario Alanís el de mazapán Azteca, otro de los benefactores que tampoco alcanzó lugar para bajar. Luego me fui recogiendo recados que me lanzaban los que se quedaron arriba en las góndolas. Me pedían que hablara a sus casas, y pedían que dijera que estaban bien”.

“Cuando pude agarrar un teléfono hablé a la casa de Eugenio Garza Sada, del dueño del hotel Ancira, de los de Fundidora. Cuando llamo a la casa de don Eugenio me contesta una dama, parece que una nuera. Le dije habla Ventura, de parte de don Eugenio que hubo un accidente y que él esta bien. Me contestan que está bien y se dan por enterados”.

“No había televisión y la radio no transmitió por orden del padre Alvarez. Luego el canal 3 menciona todo muy escuetamente. La ambulancia donde se llevaban el cuerpo de Fernández tenía una llanta ponchada y lo cambian a otra. Los que se quedaron en las canastillas empiezan a bajarlos al amanecer, pasaron la noche suspendidos”, añade.

La segunda tragedia en 1964

El Gobernador Eduardo Livas

Tres años después, en 1964, un nuevo accidente marcaría el final de las operaciones del codiciado teleférico, que cobraba 20 pesos por góndola y siempre iba lleno tanto por los propios regiomontanos como por turistas nacionales y extranjeros.

El lunes 23 de junio de ese 1964 se registra la nueva caída. El martes 24 El Porvenir cabecea a ocho columnas en su página 2, “Cae Una Góndola del Teleférico, Mueren 3, Otro resultó Herido”.

El texto señala: “Tres personas murieron y una resultó herida cuando una góndola del teleférico que descendía, escapó del cable y cayó de una altura aproximada de seis metros, y después cayó a un barranco de 25 metros. Ocurrió a las 14:30 horas a la altura de la torre 13 a una altura de 300 metros sobre el nivel de la estación inferior y a dos kilómtros de la misma”.

Las víctimas son unos paseantes originarios de la ciudad de Matamoros, Tamaulipas. Fallecen en la caída Héctor Quiroz de 50 años de edad; su primo José Sáenz Quiroz de 50 años y Ramiro Ruiz Arellano, de 18 años.

Salva la vida fortuitamente y queda mal herido Francisco Quiroz González de 15 años de edad, hijo de Héctor, quien lo había traído a matricular a la Universidad estatal.

Las actuales ruinas en el cerro que se negó a adoptarlo

Unos turistas norteamericanos que quedaron varados en la canastilla cercana a la torre siete -en el sentido de ascenso- declararon que vieron el accidente y que los responsables se tardaron demasiado en avisar a las autoridades.

“La tragedia fue atribuida por el fiscal a un desperfecto mecánico en el candado que asegura la góndola al brazo que la une al cable, mecanismo que fue factor determinante en la anterior tragedia de 1961”, añade la nota.

Las mismas causas en los dos siniestros

Esto significaba que las causas de este segundo accidente de 1964 fueron las mismas de junio de 1961, según los peritajes de la Procuraduría de Justicia del Estado, fundados en dictámenes de los ingenieros locales Virgilio Rodríguez y Santiago Tamez Anguiano.

La nueva tragedia auguraba lo que ningún inversionista quería: La cancelación del teleférico. En Matamoros, la sociedad fronteriza esperaba el regreso de los cuerpos de las nuevas víctimas cobradas por el Cerro de la Silla. El herido se quedaría internado para ser atendido de las graves lesiones.

Finalmente, el 24 de junio –dos días después del accidente- el entonces gobernador del estado, Eduardo Livas Villarreal ordena y firma un decreto atendiendo a la protección del público, por el cual se clausura en forma definitiva el teleférico de la Ciudad de los Niños. Ya nada quedaba por hacer pues se declaró totalmente inseguro.

La tecnología alemana del teleférico demostró ineficiencias en la seguridad, pero las autoridades estatales o municipales no consignan si las investigaciones llevaron a un punto de demanda a la compañía que construyó e instaló el sistema montañés de transporte turístico, ya fuera en los dos accidentes o solo en uno de ellos.

 

 

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