Los municipios de Salinas Victoria y García, Nuevo León guardan la ofensa de haber dado a luz y casa, respectivamente a Ignacio Elizondo Villarreal, militar insurgente que habría de planear la aprehensión del cura Miguel Hidalgo en Acatita de Baján, Castaños, Coahuila el 21 de marzo de 1811
Luis Alvarado
A 208 años de la aprehensión del cura Miguel Hidalgo y sus caudillos insurgentes en Acatita de Baján, Castaños, Coahuila el juicio de la historia no ha cambiado mucho en cuanto a la presunción de los autores intelectuales: el traidor coronel nuevoleonés Ignacio Elizondo y el obispo de Monterrey, Feliciano Marín de Porras, de acuerdo a datos de historiadores regiomontanos.
Aunque los investigadores coahuilenses agregan a la lista a los monclovenses Melchor Sánchez Navarro, Tomás Flores y al saltillenses Manuel Rolluela, en lo que parece que hay coincidencia es que el plan de la detención de Hidalgo se fraguó en la casona de Elizondo conocida como Aguila de Oro en la antigua Villa de Pesquería Grande, hoy García, Nuevo León.
Más aún, aportes del médico e historiador José Eleuterio González “Gonzalitos”, indican que la plan para el “prendimiento” de los insurgentes se preparó en la casa de Ignacio Elizondo Villarreal desde semanas antes con la supuesta intervención del obispo Marín de Porras.
El religioso vivía a pocas cuadras de la casa de Elizondo y la casa donde radicó aún conserva las puertas de aquél 1811, donde en la parte superior están labradas en madera al alto relieve dos rostros masculinos de perfil, que la tradición local los atribuye a la cara del obispo.
Antecedentes de la llegada a Baján
Luego de la desastrosa derrota sufrida en Puente Calderón, a las puertas de Guadalajara por las más de 80 mil tropas desorganizadas y sin equipo de Hidalgo, frente a unos seis mil soldados pertrechados y entrenados, el Padre de la Patria sufre el escarnio de sus caudillos, en particular de Ignacio Allende quien lo responsabiliza de la tragedia y lo releva del mando.
En su recorrido insurreccional por el centro y occidente de la Nueva España, Hidalgo llega el 26 de noviembre de 1810 a Guadalajara, donde el sonriente cura del Grito de Dolores grita en el atrio de la catedral “aquí tienen a su hereje”.
Las discrepancias con Allende se hacen más fuertes cada día y más aún cuando Hidalgo desconociendo estrategia militar decide continuar la marcha hacia el norte en lugar de fortalecer las plazas ganadas en el Bajío, lo que deriva en la recuperación de esos puntos por los realistas.
El 17 de enero de 1811 ocurre la batalla de Puente Calderón –que marcaría el fin de la primera etapa en la lucha por la emancipación-. Para entonces las disputas entre Hidalgo y Allende ya eran irreversibles.
En su libro De la Insurrección a la Revolución en México, John Tatino escribe que la batalla de Jalisco termina con la amenaza a gran escala contra el gobierno colonial en Méxic o. “Una rebelión no podía sobrevivir frente a la oposición unificada de élites, una fuerte milicia en favor del régimen y la pasividad de la mayoría agraria del pueblo”, escribe el autor.
Después de la derrota de Puente Calderón, las fuerzas rebeldes pasan a Aguascalientes, donde se les une un sospechoso Rafael Iriarte con mil 500 hombre, para luego, en la Hacienda Pabellón ser despojado del mando un doblegado Hidalgo.
Ignacio Elizondo Villarreal entra a escena
Ignacio Elizondo se desempeñaba como capitán de una compañía de presidios realistas antes de pasarse a las filas insurgentes y ya había contribuido en el Nuevo Reino de León, Nuevo Santander y Coahuila a que lucharan en favor de la independencia, obteniendo el cargo de Teniente Coronel.
Pero creyendo que merecía un aumento de grado en los mandos rebeldes, Elizondo pide a Allende el cargo de Teniente General, el que le es negado sintiéndose ofendido engendrando en él un plan para apoderarse de las cabecillas y entregarlos a los ejércitos realistas.
A inicios de marzo de 1811 el virrey Venegas ofrece el indulto a los caudillos si deponen las armas pero Allende, Hidalgo y demás no aceptan y deciden ir a Estados Unidos bajo el mando de Ignacio Rayón. Para el 11 de marzo la caravana sale de Saltillo hacia Monclova con ellos al frente, así como Mariano Abasolo, Ignacio Aldama y Mariano Jiménez.
Casi al mismo tiempo, Elizondo salía de Monclova al frente de poco más de 300 hombres y se sitúa en las cercanías de Acatita de Baján y a pesar de que los caudillos fueron alertados por la esposa de Abasolo de la traición del oriundo de Salinas Victoria ni Allende ni Hidalgo hicieron caso.
La aprehensión de Hidalgo, cerca de la Loma de los Tontos
Al amanecer del 21 de marzo de 1811 la caravana insurgente avanza a La Joya con dirección a Baján buscando aliados, al pasar por Agua Nueva, no encuentran agua para saciar la sed, las norias habían sido azolvadas por Elizondo, que había llegado mucho antes a Baján con 340 soldados veteranos.
Esto además de milicianos y vecinos, indios comanches y mescaleros de la misión de Pellotes y varios oficiales quienes ya se encontraban apostados en un recodo de La Loma, conocida con el nombre de «La Loma de los Tontos», así como mulas cargadas con reatas y lazos de lechuguilla.
Y en las lomas llamadas del prendimiento a tres cuartos de legua antes de Baján, Elizondo coloca las fuerzas en la cuerva de La Loma, sitio no visible para los que van llegando. Ordena que se rindan honores al paso de Allende, que iba delante de la caravana insurgente.
El convoy rebelde de más de 20 carruajes, sus pasajeros, que ya llevaban más de mil kilómetros andados, cansados y hambrientos, seguidos de cerca de mil 500 hombres que vienen al mando de Iriarte no desconfían de la oferta de Elizondo.
A las 9:00 horas se avista la vanguardia de la procesión, los coches de los insurgentes se aproximan a Acatita seguidos por 66 hombres, que las tropas de Elizondo dejan pasar y ser arrestados luego de rodearlos los realistas, siendo desarmados y atados, mientras que atrás de la curva y loma se ocultaba el grueso de las fuerzas de Elizondo, agazapados sin ser vistos por los insurgentes.
Después de una hora fueron llegando uno a uno carruajes, algunos insurgentes fueron muertos o apresados.
Elizondo mata a hijo de Allende, quien ostentaba el cargo ambicionado
Arriba el coche de Ignacio Allende, Mariano Jiménez y Juan Ignacio Ramón y el hijo de Allende llamado Indalecio (quien ostentaba el cargo de teniente general que ambicionaba Elizondo), son llamados a rendición por parte de Vicente Flores; pero Allende lo llama traidor y dispara a Elizondo sin herirlo, quedando muerto de esa refriega el hijo de Allende.
Los insurgentes se entregan azorados y asustados. Jiménez le dice a Allende que no hay más remedio que rendirse y entregan las armas a Elizondo y de inmediato son atados los dos.
Al final venía el cura Hidalgo, quien se había apeado de su coche y montado en un caballo prieto y marchaba detrás de los coches y rodeado de una pequeña escolta de 20 hombres que marchaban con las armas presentadas.
Elizondo los recibe y los escolta por retaguardia pero al llegar al sitio referido o sea al recodo del camino les piden rendirse, Hidalgo toma su pistola y antes de hacer uso de ella es tomado prisionero, sin que fuera atado como sus compañeros.
Las detenciones continúan hasta el anochecer con la detención de 893 insurgentes más y pertrechos de guerra así como 22 toneladas de plata, terminando la trampa con la muerte de 40 personas y otras más heridas para ser llevados los cabecillas a Monclova y después trasladados a Chihuahua, donde serían ejecutados y decapitados.
El plan, urdido en Villa de García
Para el médico e historiador regiomontano de origen jalicience, José Eleuterio González “Gonzalitos” la traición al movimiento de independencia fue maquinado en Pesquería Grande, hoy García, en la casa El Aguila de Oro, donde vivía Ignacio Elizondo, hipótesis obtenida por el médico en su tiempo con un hermano del traidor.
“Él la obtuvo de información directa de un hermano de Ignacio Elizondo llamado José María, quien le contó que en la antigua Pesquería Grande, se entrevistaron Elizondo y el obispo de la diócesis de Linares Primo Marín y Porras”, señala el historiador Antonio Guerrero Aguilar y cronista de Santa Catarina, N. L.
“Luego el historiador Isidro Vizcaya Canales da cuenta de que en realidad fue un soldado presidial de Laredo llamado Ramón Díaz de Bustamante conocido como “el capitán colorado”, quién había convencido a Elizondo para que se hiciera pasar por insurgente y enojado porque no le habían respetado su jerarquía ni otorgado un ascenso militar, planeó todo un proceso de captura y aprehensión de los principales jefes insurgentes …”, añade en su sitio de Solares y Resolanas.
Aunque en la traición de Baján participaron Bernardo de Villamil, Simón de Herrera y Leyva y Memesio Salcedo.
Y, ¿quién es Ignacio Elizondo?
Francisco Ignacio Elizondo Villarreal nace en Nuestra Señora de Guadalupe de Salinas, Nuevo Reino de León, Nueva España, actual Salinas Victoria, N. L. el 4 de marzo de 1766 y muere en San Marcos, Texas, Nueva España el 2 de septiembre de 1813.
Elizondo inicia su carrera militar en 1798, después de ser designado en la milicia provincial de Pesquería Grande y dos años más tarde es nombrado capitán de los Dragones Provinciales de Lampazos, uno de los presidios militares más importantes del noreste de la Nueva España.
Pero al año siguiente renuncia a su puesto y vuelve a su puesto en la milicia provincial de Pesquería Grande. En 1806, el gobernador del NRL, Pedro de Herrera y Leyva le pone al frente de la Octava compañía militar de los Dragones Provinciales en Lampazos, debido a la matanza de civiles por las invasiones frecuentes de los apaches en la zona norte.
Tras algunos conflictos con el gobernador de Herrera y bretes económicos en sus tierras, Ignacio decide cambiarse de domicilio a la Hacienda de San Juan de Canoas, en la provincia de Coahuila, donde se casa con María Romana Carrasco, para luego adquirir la administración de la hacienda del Alamo, en Monclova.
Los historiadores debaten acerca de si el General Juan Ramón Díaz de Bustamante o el obispo Primo Feliciano Marín de Porras influyeron en la decisión de Elizondo para volver al realismo, argumentándose la amistad y vecindad que tenía con éste último en Villa de García.
El traidor muere asesinado por insurgente en 1813
Sin embargo, su acción traería una reacción negativa contra su persona de parte de los insurgentes, de los cuales él se declaró una vez partícipe. Durante una expedición en Texas, Ignacio Elizondo fue reconocido y asesinado a cuchilladas por el teniente Miguel Serrano, mientras dormía en su campamento a orillas del río San Marcos en Texas el 2 de septiembre de 1813.
Pero se conoce también que cuando Hidalgo y sus seguidores salían de Aguascalientes para llegar a Saltillo ya había empezado a gestar en San Antonio de Béjar, Texas, un movimiento local contrarrevolucionario, secundado en Laredo por el general José Ramón Díaz de Bustamante, con el conocimiento de Elizondo y otros.
Díaz de Bustamante era llamado el Capitán Colorado, célebre en sus tiempos por su exageración para contar sus aventuras y en 1792 había sido gobernador provisional del Nuevo Santander, hoy Tamaulipas.