La Talacha
Por Francisco Cuéllar Cardona
De benditas, a malditas redes sociales
«El que a redes mata, a redes muere», es una máxima que se volvió una regla para quienes aman y odian las redes sociales.
¿Cuántas veces escuchamos decir a Donald Trump, a Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco y al mismo Andrés Manuel López Obrador, benditas redes sociales?. Ellos y muchos gobernantes en el mundo y en México, han sido «fenómenos» en las redes sociales y gracias a estas han trepado al poder, despotricando de paso contra la prensa y los periodistas a quienes acusan de todo los males de esta sociedad.
«No compren ni lean los periódicos, porque dicen muchas mentiras; mejor lean el Facebook o el twitter», llegó a recomendar muchas veces el Bronco a los nuevoleoneses.
En su primera entrevista como presidente electo de los Estados Unidos, Trump, aseguró que las redes sociales eran mas poderosas que el dinero, «el hecho de que tenga tanto poder en términos de números con Facebook, Twitter, Instagram, me ayudó a ganar todas las elecciones en las que mis rivales gastaron mucho más dinero que yo».
Andrés Manuel casi a diario en sus conferencias mañaneras da gracias a Dios por las benditas redes sociales, «a las que sin ellas no hubiera llegado a la presidencia. La prensa fifi, no me hubiera dejado llegar», ha dicho hasta el cansancio.
Muchos políticos y dirigentes partidistas o ciudadanos se han trepado a las redes sociales para conseguir sus objetivos o alcanzar sus ambiciones de poder; sin embargo, con el tiempo, estos han sido víctimas de las propias redes.
Trump es el líder mundial con más seguidores en Twitter con 52 millones de personas que lo aplauden o lo critican. El Papa Francisco le sigue con 47.5 millones. El primer ministro de la India cuenta con 42.5 millones de seguidores, según revela el estudio Twiplomacy 2018, realizado por la BCW Group.
«Me encanta Twitter…es como tener tu propio periódico, pero sin las pérdidas…Tuitear es como una máquina de escribir cuando lo envías, inmediatamente aparece el show. Dudo que estaría aquí si no fuera por las redes sociales», dice a menudo el presidente de los Estados Unidos, quien hace 2 años después de que ganó las elecciones, le aplaudían y festejaban sus acciones de gobierno el 80 por ciento de sus seguidores. Hoy a dos años de distancia, lo aprueba sólo el 15 por ciento, el resto lo repudia y lo reprueba, «las redes sociales se están volviendo cómplices de la prensa tradicional; son malditas», empieza a twitear el presidente Trump. Así como le encumbraron, ahora lo han tirado al piso.
Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, hasta el 2018 tenía 1 millón 840 mil seguidores en Facebook; en Twitter 635 mil. En 2015, todo lo que escribía se lo festejaban, pero en el 2018, el 60 por ciento no lo bajan de mentiroso y farsante. Su ejército de Boots, se han retirado del campo de batalla en el espacio digital y lo han dejado solo. El hermano del Bronco lo dijo hace poco más de un año, «El que a redes mata a redes muere», refiriéndose a la muerte política del gobernador de Nuevo León en el mundo de las redes sociales. El Bronco, así como Trump, empezó a maldecir a las redes sociales.
En el caso de Andrés Manuel Lopez Obrador, que vivió en el 2018 una luna de miel con las redes con 3 millones 029 mil seguidores en Facebook y 3 millones 901 mil en twitter, hoy ha perdido su encanto. El 20 por ciento ya empezó a cuestionarlo a 5 meses de estar en el gobierno.
En Tamaulipas, las redes sociales fueron fundamentales para que los vientos del cambio llegaran al poder. Egidio Torre, y el priísmo se fueron del poder porque la sociedad tamaulipeca se hartó de 80 años de corrupción. Ahora, en estas elecciones, las redes sociales, aunque no votan, si van a influir en el resultado electoral del 2 de junio.
Maldecir o bendecir a las redes sociales en estos tiempos, es cuestión de enfoque. Lo que no alcanzan a entender los beneficiarios de las redes que han llegado al poder gracias a ellas, es que la sociedad es la que manda y decide. Afirmar que las redes sociales son manipulables, es soberbia que se paga con votos en contra. Los ejemplos están a la vista
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