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Ejército mancillado

La Talacha

Por Francisco Cuellar Cardona

Ejército mancillado

Las imágenes en redes sociales son insultantes y lapidarias. Ya han ocurrido y se han visto otras veces, pero estas que se volvieron virales, no pueden tolerarse. Los rostros de los militares, incluso de alto rango, son de miedo y frustración; dan la impresión de ser corderitos en el corral en la víspera del sacrificio.

Sucedió en La Huacana, en el estado de Michoacán en donde un grupo de militares fueron sometidos y desarmados por presuntos «autodefensas». Antes, los militares habían decomisado y quitado armas a estas «autodefensas», que enfurecidos por esta acción, lograron arrinconar a los elementos del ejército y los maltrataron, los humillaron, y exhibieron una imagen pocas veces vista de las fuerzas armadas.

A golpe de vista quedó de manifiesto, por la forma de operar y actuar, que no eran autodefensas, sino grupos afines o al servicio de los grupos criminales, como los hay en todo el país. El asunto aquí es casi increíble, porque no es admisible en ninguna parte del mundo que militares de alta jerarquía, sean humillados de esta por los delincuentes; es la imagen viva de la ley, pero pisoteada y ridiculizada.

Un teniente coronel del 77 Batallón en ciudad Victoria, confesaba hace algunos años esta realidad de la que hoy hablamos: «es ridículo, y lo admitimos, que muchos militares que nos hemos formado en la alta escuela, con una disciplina militar sofisticada, de pronto caigamos en manos de mozalbetes desquiciados de apenas 16 años que no saben ni disparar una arma, y pisoteen a esta institución; porque eso es: cuando un delincuente hace daño a un elemento del ejército, le está faltando el respeto a esta institución que ha sido formada y preparada para defender a la patria…»

El mando militar se refería a uno de los tantos incidentes que tuvo el ejército y la Marina con las bandas criminales en Tamaulipas, en donde cuatro militares y dos marinos fueron asesinados por bandas del crimen en la Ribereña.

En Tamaulipas se volvió una práctica común, igual en Coahuila y en algunas ciudades del norte de Nuevo León, pero es en el Bajío y entidades como Michoacán, Guerrero y Jalisco, en donde los grupos del crimen disfrazados de «autodefensas del pueblo» violan la ley con toda impunidad y someten las fuerzas castrenses como lo que ocurrió este domingo en Zamora, Michoacán.

Queda demostrado que en México, se ha invertido todo: los patos le tiran a los escopetas, o dicho de una forma más cruel: los delincuentes ahora son los que aplican la ley a su manera.

El mismo teniente coronel decía, que cuando salían a patrullar o combatir a los criminales, los soldados andaban con temor de disparar sus armas, «si llegábamos a matar a un delincuente, nos enfrentábamos a la ley marcial del ejército y a la ley civil, en donde los defensores de los derechos humanos están al servicio de los delincuentes y en contra de nosotros; los malos somos nosotros. Ellos pueden matar, pero nosotros no», lamentaba.

Lo ocurrido en Michoacán, en el noreste, y en todo el territorio nacional, no puede tolerarse, aunque algunas organizaciones de los derechos humanos se sonrojen y se rasguen las vestiduras. Es muy delicado lo que está sucediendo. La ley, ahora es patrimonio de los malos, y la justicia solo se aplica contra los que fueron formados para aplicarla.

No podemos volvernos insensible a los eventos que antes eran imposibles de ver y creer.

Las rostros de impotencia de los soldados y los mandos militares ante la bulla de los delincuentes que los maltrataban es una practica que no se puede tolerar nunca más. No se puede ir contra la lógica de la ley.

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