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Vigilancia y no Muro

 

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Vigilancia y no Muro

Por Homero Hinojosa

 

La nota de primicia ya se anticipaba: Tal y como lo prometió en campaña, el recién estrenado presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ordenó en su primer día al frente de la Casa Blanca detener la construcción del “Muro de Trump” en la frontera con México.

Esta fue solo una de las primeras medidas anunciadas, las cuales también incluyen otros importantes cambios en materia de política migratoria y de relaciones con su vecino sureño. Destaca además un proyecto de ley que establece un vía hacia la ciudadanía para más de 11 millones de indocumentados.

Los analistas políticos interpretaron esta “movida” de Biden como una señal de buena vecindad, muy diferente a los mensajes siempre intimidantes de su antecesor Donald Trump. El gesto del nuevo mandatario representa un “quiebre” o ruptura con las políticas de la anterior administración. Y el mejor ejemplo de su buena voluntad (“good will” dicen nuestros vecinos) lo enmarca el fin de la construcción del muro, tal vez el proyecto más representativo de todo el mandato de Trump.

El anuncio de Biden tuvo resonancia inmediata en Palacio Nacional. El jueves, en su tradicional conferencia matutina, el Presidente Andrés Manuel López Obrador presentó una gráfica ilustrando hasta donde llegó la construcción del muro. En su presentación consideró que es muy positivo que el nuevo presidente se comprometa a no seguir con su edificación. 

Sin embargo, y de forma velada pero con un claro mensaje político, López Obrador acusó que los presidentes recientes de Estados Unidos, tanto demócratas como republicanos, construían «su trecho» de muro durante sus administraciones y calificó esas acciones «como una manda” que se proponía cada uno en su gestión (desde Bill Clinton hasta Barack Obama y pasando por George W. Bush).

“Están bien, muy bien, lo del muro es muy bueno, porque yo les comentaba de que todo los presidentes hacían su pedazo, su trecho de muro, era así como manda, todos, demócratas y republicanos en los tres mil 200 kilómetros de frontera”, expresó el presidente mexicano.

Es importante recordar que la frontera entre Estados Unidos y México tiene una longitud de poco más de tres mil kilómetros. Antes de que Trump llegara a la Casa Blanca, había barreras y vallas de separación en un tercio de la frontera, es decir, en un tramo de unos mil kilómetros.

Las vallas actuales consisten de segmentos con paneles de chapa y de acero corrugado. En algunos sectores están compuestos de una malla de alambre o varias superpuestas.

Como bien dice el presidente mexicano, cada mandatario puede adjudicarse una parte de la estructura divisoria. Resalta, sin embargo, la manera agresiva e intimidante con que Trump gestionó la construcción de su parte. Y los mexicanos no olvidan que en varias ocasiones amenazó con pasar la factura a México.

Trump ya no está; finalmente fue “despedido”. Su sucesor, Joe Biden, se encargará de parar para siempre esta construcción y buscará, en cambio, reforzar más la vigilancia fronteriza, una decisión diplomática sin duda más acertada y políticamente más correcta.

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