La Alameda de Victoria y su historia
Desde 1850 es el corazón de Victoria. En los años 30´s, alcanzó su esplendor donde las familias lucían sus residencias y sus costumbres de la época. Hoy en medio de la polémica se moderniza y se embellece para estar a tono con los cambios
Por Itzchel Moreno Maldonado
La calle de la Alameda, parece haber pertenecido siempre a los jóvenes. Primero a aquellas niñas del Colegio Antonio Repiso que al regresar a casa venían jugando con sus barquitos de papel por las acequias de la Alameda.
Antes ya había pertenecido a las nuevas generaciones que leían el periódico o conversaban bajo la sombra de los árboles.
Perteneció a los que descalzos se refrescaron los pies entre el agua clara que venía del Río San Marcos hasta el ejido Benito Juárez, al norte de la ciudad. Pues de manera original la saca de agua, era para cubrir las necesidades de riego de la zona agrícola en terrenos ejidales.
En la década de los noventa perteneció a los jóvenes que ahora gozan de 40 primaveras o un poco más.
No había celular, así que los reclamos o besos intensos eran de manera personal.
Hoy la Alameda sin coches pertenece a los jóvenes otra vez. Le llaman “Libre 17”, no sólo en domingo.
Lo hacen aún cuando van a dar referencia de la calle…
Para los adultos será por siempre “La Alameda”, el corazón de Victoria que en 2018, cómo una bella dama se preocupa aún por su apariencia y se remozo con 55 millones de pesos.
Así se anunció ante diversos actores de la sociedad civil, que opinaron porque les pertenece.
Pero antes de ser el espacio histórico de todos fue sólo el hogar de los loros de Victoria y la vista al amanecer de las primeras familias que lo habitaron.
La Alameda adquirió en la década de los años 30’s su esplendor.
Ahí vivía todo tipo de gente, pero para muchos fue el área residencial, la zona dorada de Victoria…
En la actualidad la Alameda se convirtió en un escaparate de edificios públicos y pocos espacios aún habitados por particulares, se espera su reactivación económica luego de un cambio en la imagen urbana.
Pero antes era la calle que dividía a “los de arriba” y “los de abajo”, se proyectó en el año 1850, entonces fue conocida como La Alameda, a la muerte de Francisco I Madero, le otorgan este nombre, pero lo comparte con Alvaro Obregón, tras la muerte de este personaje, por tanto antes de la calle Hidalgo, la calle era conocida como Avenida Francisco I. Madero y después de Presidencia Municipal se conocía como Alvaro Obregón.
Entonces la belleza del lugar se la otorgaban las acequias y las parvadas de loros que anidaban en las palmas que crecían sin censura hacia el sureste y el norte de la ciudad, donde se ubica en la actualidad la colonia “Las Palmas” y la colonia “Revolución Verde”.
Entre los pocos habitantes de entonces se encuentran las hermanas Guzmán, que nacieron en el 17 Morelos y Matamoros.
Los que vivían en los alrededores eran en su mayoría familia, quienes narran la historia nacieron a finales de la década de los 20´s o a principios de los años treinta, pero sus recuerdos de Victoria surgen hasta 1934 o 1935.
Ellos son los ojos más certeros para ubicar las acequias que pasaban de sur a norte, una pegada a la acera de lado oriente y la otra justo en medio del camellón que conocemos en la actualidad y donde los árboles centenarios se extinguen ante la mirada indolente de los transeúntes.
Para mediados de los años treinta La Alameda, ya era un barrio residencial, ahí vivió la familia Zorrilla, le seguía la casa de la familia Torre en el 17 Allende y Abasolo.
Una casa famosa porque tenía una marquesina donde el jefe de la familia iba colocando el nombre y grado profesional de sus descendientes como muestra de orgullo familiar.
Pero la majestuosidad estaba en la residencia de los Asnar, El pilar de la familia era don Alejandro Asnar, su vivienda nunca tuvo espacio de comparación por su arquitectura.
El hombre había llegado de Yucatán y en Tamaulipas logró amasar una gran fortuna que le permitió ser el propietario de Victoria Motors, era un hombre elegante, casado con Aurora Martínez Carruche, tenían dos hijas: Gladys y Beatriz Asnar.
Quienes tuvieron la oportunidad de conocer su interior, hacen memoria de un pasillo lleno de grandes pinturas, pues don Alejandro era considerado un amante del arte.
Destacaba también el jardín de la residencia que llenaba de majestuosidad el 17 Bravo.
La familia Reséndez Treviño vivía en el 17 Guerrero, en la casa de ladrillo rojo. En esa zona de la avenida aún hay descendientes que reaniman las banquetas con sus sillas en la primavera, pero hacia el sur solo quedan los recuerdos.
Ya no está la familia Montemayor, La casa de la familia Arreola aún se extiende majestosa ante el firmamento.
Las acequias ya no existen, desaparecieron poco antes de los años cuarenta, cuando comenzó una campaña intensiva para desparecer las norias e inculcar en los ciudadanos costumbres urbanas.
Con el Ingeniero Marte R. Gómez, llegó la pavimentación y con el crecimiento de Victoria las familias de abolengo se disiparon de la avenida principal para ocupar espacios en los fraccionamientos privados ó áreas residenciales contemporáneas.
Existen espacios como la casa del 17 Juárez, esquina norte, que sirvió por años de pizarra urbana.
Perteneció a los hermanos Medina y fue un espacio que quedó intestado, les sobrevive ahora una hermana, que ha perdido interés en este inmueble.
En el 17 Allende está abandonado el cine Avenida, propiedad hasta hoy de José Sulaimán Chagnón, un espacio que recibiría con seguridad una gran Cineteca Cultural.
La residencia de los Montemayor, ocupa en la actualidad el espacio administrativo del Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes, en algún tiempo fue la residencia del Ingeniero Marte R. Gómez, mientras gobernada Tamaulipas, en la papelería”Carlet”, se ubicaba el Hotel “Palacio”, más tarde el restaurante la Tasca propiedad de la familia Bergmann. En la Calle Méndez vivió el señor Felipe Romero, el primer propietario de una bomba de gasolina en Victoria y dueño de una tienda de abarrotes.
Hoy pocos hablan del ayer, quizá los Patiño, se quedan en la esquina del 17 Zaragoza, como una memoria viva.
Pero cuando ya conoce la historia, vale la pena hablar del presente, y así como su esplendor nació con las acequias, que fortalecieron los árboles a su paso rumbo a los sembradíos de la zona norte.
Hoy en 2018, recupera su esplendor en busca del desarrollo comercial. Y lo está logrando.
Los hipster y millenians emprendedores quieren estar en la Alameda, los atletas jóvenes de corazón, quieren ser vistos ejercitándose en la Alameda y para disfrutar de un buen café o un raspado, nada como estar en las nuevas anchas banquetas de la Alameda.
Ahora vuelven a existir las bancas, se ha reforestado para cumplir con el objetivo de hacer de esta avenida un corredor comercial.
Y para estar a la vanguardia de la inclusión internacional, se han ampliado las banquetas en las esquinas, para facilitar el cruce del peatón, ahora hay rampas que facilitaran también la movilización independiente de las personas mayores o con discapacidad.
Si a eso se le suma el orden para evitar la contaminación ambiental, será por tanto, el renacer de este espacio querido por los victorenses.
Bienvenido el auténtico periodidmo.