La otra ópticaOpinión

Un performance aberrante

LA OTRA OPTICA
Un performance aberrante

Por Juan Carlos Flores Turrubiates

Según información del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), México ocupa el primer lugar en el embarazo en adolescentes entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

De la misma manera, aproximadamente tres millones de adolescentes entre los 15 y los 19 años al rededor del mundo, se someten a abortos inseguros o clandestinos para interrumpir un embarazo no deseado, poniendo en riesgo la salud y la vida de estas niñas y adolescentes.

Por si fuera poco, la cifra de embarazos entre niñas de 10 a 14 años también va en aumento siendo casi un 27 % de todos los nacimientos en niñas, bajo la sospecha de abuso sexual sobretodo en México, que ocupa el primer lugar en abuso sexual infantil según la OCDE con más de 4.5 millones de víctimas cada año.

Bajo este panorama se presentó el domingo 3 de octubre la “Marcha a favor de la Mujer y la Vida” (sic), una organización de ultraderecha respaldada por el Frente Nacional por la Familia (FNF) –del mismo corte de extrema derecha– y la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

Se realizaron marchas en más de 70 ciudades de la República Mexicana en contra de la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación del pasado 7 de septiembre en donde se declaró inconstitucional penalizar la interrupción del embarazo.

En Ciudad de México y en Guadalajara se realizaron las marchas más numerosas –150 mil y 50 mil respectivamente según datos de los organizadores–. Fue justo en la capital del país, donde al finalizar la misma en el Ángel de la Independencia se organizó un performance denigrante, indignante y que a todas luces viola los derechos de los niños, niñas y adolescentes.

En un video que circula en redes sociales y en posterior crónica de la agencia de noticias AFP se puede observar un estrado armado en donde se colocó una camilla y un equipo de ultrasonido, donde el ginecólogo Fernando Urquiza realizó una prueba de ultrasonido a una adolescente de 15 años con un embarazo de 38 semanas de gestación.

Urquiza auscultó el vientre de la adolescente mientras las imágenes eran reproducidas en pantallas gigantes colocadas a ambos lados del escenario y al mismo tiempo otros tres sujetos con cámaras y teléfonos celulares grababan el suceso.

La nota de AFP menciona lo siguiente en su crónica:

«“Ya está acomodadito, listo para nacer”, dijo el médico quien dijo estar “muy emocionado” de participar en el acto. Consultada sobre cómo se sentía mientras se realizaba la prueba, [la menor] respondió lacónicamente que “bien.

«Mientras tanto, una animadora del mitin bromeaba diciéndole a [la menor]que este era “el baby shower más grande que (ha) visto”.»

Sigo sin entender a ciencia cierta el motivo por el que este grupo decidió usar a una una menor de edad para exponerla de esa forma y violando la intimidad y el cuerpo de la joven madre una manera tan burda.

Tampoco logro entender al médico que se prestó a realizar este espectáculo en vivo y en directo frente a cientos o miles de personas en medio de una pandemia y sabiendo los riesgos que tiene una joven quinceañera con un embarazo de 38 semanas.

Esta joven que será madre en poco tiempo, por estadística, pertenece al grupo que inició con su vida sexual a partir de los 12 años en un país donde cada año 4.5 millones de menores son víctimas de abuso sexual.

Los grupos pro vida no lo entienden, ya sean profesionistas, médicos, empresarios o parte del clero, están cegados por el fanatismo y por dogmas que intentan imponer en todos los sectores de la sociedad.

Su espectáculo aberrante demuestra la falta de empatía, el nulo interés por las jóvenes madres que quedan embarazas a edades en las que deberían de estar en la secundaria y divirtiéndose en las fiestas de quinceañeras en vez de estar llevando un embarazo que por estadística es no deseado.

Los grupos de ultraderecha anti derechos como el FNF o A Favor de la Mujer y la Familia están en contra de cualquier tipo de educación sexual, que se les enseñe en educación básica sobre métodos anticonceptivos, violencia sexual, prevención de posibles violaciones y otros temas que evitarían estas terribles estadísticas que México encabeza a nivel mundial.

Pero eso sí, exponer a una menor de edad –ya sea con el consentimiento o no de ella o de sus padres–exigir la llamada objeción de conciencia y señalar a todo aquel que no comulga con sus creencias religiosas son parte del discurso y las acciones aberrantes de estos grupos que atentan contra la vida, la mujer y las minorías.

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