REFLEXIONES 2022
Por Mtra. Emilia Vela González
Mujeres que dejan huella: Amalia Gonzalez Caballero de Castillo Ledón
“México, maravillosamente contradictorio, suceden cosas tan curiosas como ésta, de que siendo un país indudablemente el más avanzado de América en legislaciones sociales, se le niega a la mujer la ciudadanía y los derechos políticos. Los hombres de México adoran a las mujeres y las respetan y las veneran; pero las quieren sujetas a su propia condición y dependientes de su absoluto dominio” (Amalia González de Castillo Ledón)
El recuerdo de cuando escuché por primera vez el nombre de Doña Amalia, me resulta impreciso, araño en mi memoria y creo que su fotografía y nombre se encontraban en la biblioteca, que en los años sesenta se encontraba en la planta alta del antiguo edificio de la Presidencia Municipal de Reynosa.
Cuando en los ochenta, ingresé al Ateneo de Reynosa, los fundadores de este organismo de Difusión Cultural creado en 1963, solían aludir a su persona, y la distinción que representó para ellos, que tan distinguida personalidad hubiera venido a tomar la protesta a su consejo directivo. Posteriormente advertiría que el teatro de Ciudad Victoria llevaba el nombre de Amalia de Castillo Ledón, Nombre que ella siempre usó, tomando en cuenta su época, aún cuando en el contexto actual pretendamos incluir sus apellidos de González Caballero.
Hasta el 2007, relacionaba a Doña Amalia con el ámbito cultural, como autora de obras teatrales, sería hasta el mencionado año, laborando en el Tribunal Electoral del Estado, que descubriría su faceta en el público, y lo determinante de su intervención en la obtención del sufragio femenino en México.
La reflexión con la cual inicio esta colaboración, tenía su razón de ser.
El 5 de febrero de 1917, se promulgó la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en la misma se habían recogido las aspiraciones de sectores vulnerables de la población como el campesino y el obrero. En el artículo 27 se instituyó el reparto agrario y en el 123 se estableció la duración máxima de la jornada laboral, el descanso semanal, salario mínimo y demás garantías sociales. Sin embargo los constituyentes negaron la ciudadanía femenina y por ende los derechos políticos de la mujer como votar, ser electa a un cargo de elección popular o asociarse políticamente, al considerarse que esta no estaba preparada para ejercer los mismos.
Doña Amalia González Caballero de Castillo Ledón, fue sin duda la mujer de mayor visibilidad en la primera mitad del siglo XX, constituye un orgullo tamaulipeco, ya que nació el 18 de agosto, del año 1898 en Santander Jiménez, Tamaulipas.
A los 15 años se trasladó con su madre a la Ciudad de México, donde estudiaría declamación y arte teatral en el Conservatorio Nacional de Música, y algunas materias en la Facultad de Filosofía y Letras de la entonces llamada Universidad Nacional de México. El 30 de septiembre de 1927, contrajo nupcias con el intelectual y político nayarita Luis Castillo Ledón, tal unión, aunado a su inteligencia natural, facilitaron el acceso de Doña Amalia al ámbito intelectual y político del país.
A lo largo de su vida, tan distinguida Tamaulipeca se desempeñó como maestra, dramaturga, ensayista, periodista, funcionaria y diplomática, destacando su activismo al fundar y presidir asociaciones que tenían como objetivo reivindicar y lograr el reconocimiento del papel de la mujer en la sociedad mexicana.
Lo que habría de involucrarla mayormente con la búsqueda del sufragio femenino, es el haber presidido en los años de 1949 a 1953 la Comisión Interamericana de Mujeres, y experimentar la presión de estar al frente de un organismo, en el cual estaban representados la mayoría de los países latinoamericanos, y México formara parte de la minoría que aún no había concedido a la mujer el voto a nivel federal, aunque lo hubiese otorgado a nivel municipal.
La activista reclamaba que en los países de Europa y Estados Unidos, a las mujeres no les escatimaban sus derechos, pero en México, “…existe el viejo prejuicio de que la mujer, al salir de su hogar y enfrentarse directamente con esa clase de lucha, pierde su sexo y su decoro”.
Miguel Alemán, entonces Presidente de la República, le sugirió en 1952 que gestionara la obtención del sufragio femenino con Adolfo Ruiz Cortines, candidato a la presidencia de la República postulado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Sabedora que la ciudadanía de la mujer, dependía más de la voluntad presidencial, y no por el reconocimiento de un derecho legítimo, así lo hizo. La respuesta del candidato fue que si lograba quinientas mil firmas lo propondría.
Ella frente al organismo “Alianza por México” y sus seguidoras, se movilizaron por todo el país, logrando el objetivo. Ya como presidente, Ruiz Cortines envió a la Cámara de Diputados la iniciativa de reforma del artículo 34 Constitucional, en la que se reconocía expresamente la ciudadanía de la mujer, misma que habría de publicarse en el Diario Oficial de la Federación el 17 de octubre de 1953.
Fue la primera mujer en formar parte de un gabinete presidencial, durante la gestión del Lic. Adolfo López Mateos 1958-1964, al ser designada Sub-Secretaria de Educación En 1965 fue representante del Organismo Internacional de Energía Atómica. En 1980, Asesora de la Secretaría de Turismo. Los últimos años de servicio público los dedicó a la diplomacia, al ser embajadora en Finlandia, Austria y Suiza, así como representante de México en las Naciones Unidas.
Doña Amalia, fue sin duda una mujer adelantada a su época, ya que ni su estado civil ni la maternidad, impidieron su desarrollo profesional y cultural. Su viudez en 1944 le daría mayor libertad para su desempeño en el ámbito público nacional e internacional.
Sin duda fue una feminista, pero no radical, ella misma se identificaba de un feminismo femenino mostrando siempre una apariencia impecable, tampoco se enfrentó al poder, supo con inteligencia navegar en sus no siempre tranquilas aguas.
Al fallecer el 3 junio de 1986, sus restos fueron depositados en la Rotonda de los Tamaulipecos Ilustres; en noviembre de 2012 en una ceremonia solemne fue despedida para trasladarla a la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Civil de Dolores, en la Ciudad de México.
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