El 17 de septiembre de 1973, el tamaulipeco Elías Orozco Salazar, formó parte del comando guerrillero que dio muerte al empresario regiomontano Eugenio Garza Sada y por quien estuvo en la cárcel mas de 10 años. Hoy a casi 45 años de aquél suceso, pide perdón a la sociedad por ese hecho.
Por Francisco Cuéllar Cardona
Monterrey NL.- Sentado en una mesa de un café, sobre el Paseo de los Leones, con 75 años en sus espaldas, el ex guerrillero, Elías Orozco Salazar, a su paso por Monterrey, ha decidido sacarse ese dolor que trae desde hace 45 años en su corazón y que desde entonces deseaba hacer, «quiero pedirle perdón a Nuevo León, a México, a mi familia y a todos, el dolor que les causé por haber participado en aquella trágica y dramática mañana en el operativo donde murió Don Eugenio Garza Sada».
Originario de Rio Bravo, pero avecinado en Ciudad Mante, donde estudió la carrera de ingeniero agrónomo, formó parte del comando que la mañana del 17 de septiembre de 1973, intentó junto con seis compañeros guerrilleros secuestrar a Eugenio Garza Sada, el empresario mas poderoso e influyente de México en esos años y que a causa de «la improvisación y errores de cálculo» tuvieron que matarlo junto con sus dos escoltas; también murieron dos integrantes del grupo subversivo: Anselmo Herrera y Javier Rodriguez Torres.
Aunque no está arrepentido de haber participado en la lucha armada, sí lamenta que haya perdido la vida un líder empresarial tan influyente como Eugenio Garza Sada, «Me da pena y me da mucha vergüenza lo que pasó. Tengo un gran dolor desde entonces. Con el tiempo, nos dimos cuenta que no era necesario que sucediera».
La decisión de pedir perdón a la sociedad regiomontana por aquel suceso que cimbró al país, admite, se da en el contexto actual, en este tiempo en el que el país ha iniciado un proceso nacional de paz y de reconciliación nacional, por parte del presidente electo Andrés Manuel López Obrador.
«El asunto de Don Eugenio fue un acontecimiento que nos marcó a muchos jóvenes. Nos marcó de una manera muy trágica y dramática, que con el paso del tiempo me di cuenta que no era necesario que eso sucediera, pero no por culpa de nosotros. Nacimos en una época en la que nosotros no escogimos, una época que estaba marcada por la polarización política alentada por el gobierno y los empresarios».
Elías Orozco, desde que dejó la prisión se dedica al extensionismo rural, asesora y organiza a grupos de campesinos en Tamaulipas y en la huasteca potosina sobre proyectos productivos. Fue diputado local por el Partido del Trabajo y siempre ha sido militante de las causas sociales, luchando contra las injusticias y daños colaterales del capitalismo, dice.
Echando una mirada hacia atrás, recuerda su protagonismo y sus años en el Movimiento Espartaquista Revolucionario, que lo llevó al intento de secuestro y muerte de Eugenio Garza Sada.
-«El asunto de Don Eugenio fue un acontecimiento que nos marcó a muchos jóvenes. Nos marcó de una manera muy trágica y dramática, que con el paso del tiempo me di cuenta que no era necesario que eso sucediera, pero no por culpa de nosotros. Nacimos en una época en la que nosotros no escogimos, una época que estaba marcada por la polarización política alentada por el gobierno y los empresarios.
-«Fue una etapa muy violenta que sufríamos. Los pueblos luchaban por sus derechos mas elementales. Eran los tiempos de la guerra fría. La represión era mucha contra los estudiantes, contra los campesinos, los obreros, los ferrocarrileros, los maestros; no había libertades ni oportunidades para nosotros los jóvenes.
-«El problema fue cuando yo quise estudiar. No había carreras universitarias en Tamaulipas. Fuí a la UNAM, a Chapingo, en Nuevo León intenté ingresar a la Facultad de Economía, pero me rechazaron. Busca tu universidad, me dijeron y me fui a la Universidad de Tamaulipas, a la Facultad de Agronomía en Mante. Fuí la primera generación, por cierto. Los maestros daban clases gratis, así se fundaron las Facultades de Leyes y de Medicina en Tampico por patronatos de maestros liberales que daban clases gratis, así nació la UAT, y así nací yo, en esa lucha por el derecho a la educación superior…
-«Pero como te decía, había un contexto de odio terrible que nos hicieron daño a los jóvenes y al pueblo. A los estudiantes nos iba muy mal…ocurrió lo del 68. En el país había una represión visceral y rabiosa de parte del gobierno y de parte de los empresarios contra los movimientos simpatizantes del comunismo. Don Eugenio llegó a ser el Presidente de la Cruzada Nacional Anticomunista; se opuso al texto gratuito en 1962, al reparto de utilidades de la ley laboral. Eso lo llevo a ser un hombre muy protagónico en contra nuestra. Ademas no éramos ni comunistas, solo defendíamos los derechos que defendieron en su tiempo Villa, Flores Magón; él era muy extremo.
Todo esto nos fue impactando y radicalizando.
-«Este gobierno, decíamos, es enemigo de nosotros. Era una crisis política, nosotros le exageramos, no analizamos bien. Creíamos que era crisis económica, moral, institucional como la que tenemos ahora. No, dijimos, si otros hicieron la Revolución Mexicana, la Independencia, porque no hacer nuestra lucha armada; los políticos no entienden de otra manera que por las armas, dijimos».
-Ante este enojo…¿en que momento aparece Don Eugenio como objetivo de su lucha?
-«Hubo aquí en Monterrey un secuestro de un avión. Los campañeros de la Liga Comunista 23 de Septiembre, improvisan un secuestro de un avión donde iban dos funcionarios del consulado americano y también los hijos de Luis M Farías, en ese momento, gobernador de Nuevo León. Ante ese hecho nosotros también, empezamos a planear un secuestro. Nosotros no habíamos visto como un método de lucha revolucionaria, el secuestro».
-¿Ahí surge la idea de secuestrar a Garza Sada?
-«Sí, fue circunstancial. Aunque se vieron a otros personajes como Don Manuel Barragán. Un señor muy conocido, muy altruista aquí. Los Lobo, familia influyente de aquí, pero estos eran muy desconfiados y traían mucha seguridad y Don Eugenio era muy confiado, no traía tanta seguridad. Tenía poder, era un hombre muy respetado».
-¿Cómo se planeó el secuestro?.
-«Fue a partir de una fusión de varios grupos guerrilleros, nosotros formábamos parte del Movimiento Espartaquista Revolucionario con sede en Nuevo León y el 30 de marzo de 1973 nos unimos a la Liga Comunista 23 de septiembre. Hubo euforia y entusiasmo por la unión de fuerzas, aunque los de la Liga traían una secuela grave de daños; eran muy violentos, acelerados y hasta suicidas. Hicieron un triple asalto bancario desaseado y desorganizado que mataron a un guardia del banco, eso generó roces y odios internos. Nosotros teníamos una visión y criterio político diferente con ellos. Nosotros no queríamos dañar a la gente, ni tener fama publica negativa. A pesar de eso, se pensó en Don Eugenio como objetivo. Siendo sinceros, todavía no éramos guerrilleros, todavía no teníamos los conocimientos de las armas ni del arte de la guerra; había mucha improvisación. Aun así fuimos por él. Dijimos, si esto nos sale bien, es el último secuestro que hacemos, porque el Estado se va a cerrar. El señor era tan poderoso que con su aval el Fondo Monetario Internacional (FMI) el daba los créditos a México. El palomeó a Luis Echeverría para que fuera presidente. Era la expresión máxima de la Oligarquía Mexicana, eso lo vimos y por eso se pensó en él.
-«Y se empezó a hacer una investigación sobre sus movimientos, sus desplazamientos; lo que no se midió, fue la falta de pericia, la falta de conocimiento técnico de las cosas; porque era un operativo militar; no era la expropiación de un banco; era un objetivo donde íbamos a enfrentar a un operativo militar bien calificado. Ahí estuvo el error».
«Esto es la parte más traumatizante. El señor llega a las 9 al punto donde lo esperábamos en un carro Galaxie negro y una camioneta amarilla automática se le atraviesa, yo voy arriba atrás, y me bajo corriendo. Mis compañeros iban a someter a Don Eugenio. Yo no llegaba todavía al carro de él, cuando ya me había tumbado a dos compañeros. Don Eugenio dispara contra los dos compañeros que iban por él: Anselmo Herrera y Javier Rodríguez Torres»
-¿Cual sería el rescate…cuanto dinero pedían por él?.
-«No. no, eso ya lo puso la prensa. Fueron inventos, nada que ver. Era un asunto eminentemente político».
-¿Esa era la negociación?.
-«Pedíamos que el gobierno sacara un manifiesto a la nación donde denunciábamos su carácter represivo y asesino del gobierno que cancelaba los derechos sociales y políticos del pueblo. Ese era a grandes rasgos el contenido del pliego, además de la liberación de 52 presos políticos de alto nivel que tenían en las cárceles del país».
-«También el plan era responderle al gobierno cómo estaba arrinconando al grupo, la campaña de lodo contra todos los movimientos armados: nos acusaban de delincuentes y locos. Y no. nosotros queríamos recuperar nuestra dignidad. Los movimientos campesinos, de estudiantes, eran calumniados de comunistas. El Estado endurecía, nosotros también».
-«Después del desenlace donde Don Eugenio sale muerto, sus dos guardias y dos de nuestros compañeros, Don Ricardo Margain Zozaya, dice que por culpa de las teorías y la tolerancia de Echeverria que deja que proliferen las ideas del odio de clase; nosotros éramos víctimas de ese odio. Don Eugenio era un activo personaje de ultraderecha, que también baleaba. Hubo una huelga, un movimiento obrero de Cristalería y Don Eugenio junto con sus socios les disparaban a los manifestantes donde hubo varios heridos, hasta allá llegaba la creencia de que él era impune. La vida da vueltas y si no son las instituciones, es la misma sociedad que genera personajes como uno. Ya frío, uno dice cómo el borracho al que se le pasó la embriaguez ¿cómo es posible que yo estuve aquí?.
-¿Recuerdas como fue el operativo del secuestro?.
-«Esto es la parte más traumatizante. El señor llega a las 9 al punto donde lo esperábamos en un carro Galaxie negro, y una camioneta amarilla automática se le atraviesa, yo voy arriba atrás, y me bajo corriendo. Mis compañeros iban a someter a Don Eugenio. Yo no llegaba todavía al carro de él, cuando ya me había tumbado a dos compañeros. Don Eugenio dispara contra los dos compañeros que iban por él: Anselmo Herrera y Javier Rodríguez Torres y el otro compañero que estaba parado acá que es el médico también le pega por ese lado…..rapidísimo». Lo que habíamos dicho: Edmundo, uno de mis compañeros lo enfrenta, no le alcanza a disparar, pero el chofer sí. Yo llego a querer controlarlo, pero ya todo estaba consumado; se había fracasado. Yo me acuerdo que disparé cuatro tiros, pero cuando se hace el dictamen balístico tenía 17 tiros….ya le había pegado el compañero Edmundo y el doctor. Cuando se sintió herido, le tira. Eso sucede en fracción de segundos; perdimos el control. Se perdió el control, además, no teníamos tampoco las condiciones para tener el control, lo dije desde un principio.
-¿Cuántos guardaespaldas traía?
-«El traía dos guardaespaldas: el chofer y el que iba atrás. Eran gentes de alto nivel. Eso lo veo ahora; pero eran hijos de campesinos; es un dolor que uno trae; era de los nuestros, de nuestra clase. No había necesidad que pasara esto. Era un empresario tan importante, independientemente de sus ideas. Pudo haber sido derrotado como ahora el pueblo nos enseña, por la vía civil, sin la necesidad de la vía militar. Eso es lo que duele ahora».
Después del atentado y muerte de Garza Sada, el 6 de octubre en el Estado de México en dónde hubo un enfrentamiento entre un grupo guerrillero y la policía, detienen a Elías Orozco. Durante el interrogatorio confiesa haber participado en el incidente de Monterrey el 17 de septiembre.
«Sí, empezaría a pedirle perdón a mi familia a la que tanto dolor se le causó. De mi rebeldía no me arrepiento. Pero sí le pediría perdón a mi padre y a mi madre, a mis amigos que tantas esperanza tenían de mí; y a la gente de aquí de Monterrey, de Nuevo León y de México. Soy un revolucionario que quiso e intentó ser y hacer lo mejor; lo que marcaba la época. Lamentablemente, ahora a distancia lo veo con dolor…»
-«Eso me salvó la vida, porque me iban a matar. Cuando supieron quien era me trasladaron a Monterrey. Acá me presionaron mucho los empresarios: querían que confesara que Luis Echeverría había mandado matar a Don Eugenio. Jamás me hicieron confesarlo».
-Todo esto me da trae una gran tristeza. Algunos me preguntan si me arrepiento, les digo que no me arrepiento de haber y estar luchando contra la propiedad privada capitalista que genera injusticias como las que estamos viviendo ahora. No, no de eso no me arrepiento. Pero si me duele el desenlace que se tuvo. Acabaron con una generación muy valiosa de jóvenes compañeros, algunos eran premios al saber y creyeron que este era el camino y su deber. Hubo muchos desaparecidos».
-¿A la distancia le pedirías perdón o disculpa a la sociedad regiomontana por haber privado de la vida al hombre tan respetado por los nuevoleoneses?
-«Sí, empezaría a pedirle perdón a mi familia a la que tanto dolor se le causó. De mi rebeldía no me arrepiento. Pero sí le pediría perdón a mi padre y a mi madre, a mis amigos que tanta esperanza tenían de mí; y a la gente de aquí de Monterrey, de Nuevo León y de México. Soy un revolucionario que quiso e intentó ser y hacer lo mejor; lo que marcaba la época. Lamentablemente, ahora a distancia lo veo con dolor…
-«Y sí, claro que sí pediría perdón. Un revolucionario no pide perdón, pero soy autocrítico, que acepto mis errores. Son errores garrafales de nosotros; quise ser revolucionario sin serlo todavía; era un luchador democrático».
-¿Pagaste con cuantos años de cárcel…?
-Oficialmente fueron 17 años y medio. Tuve una sentencia de 54 años, pero de cuerpo presente 11 años, un mes dos días. Hay que darla una educación y una formación de cultura política y cívica a nuestra gente para que no vuelven a suceder esas cosas. Estas tragedias tan dolorosas. A mí me da pena y me da mucha vergüenza lo que pasó».
-¿Como ex guerrillero, crees que sigue siendo la lucha armada, una vía para alcanzar el poder?.
-«En México no. La lucha armada es continuidad de la lucha política. Apenas la gente se estar armando por la vía civil a través del voto. La lucha política tiene aun todavía muchos recursos.
-Los revolucionarios de tu época ¿se sienten realizados con que haya llegado al poder un hombre como López Obrador que se dice representrar a la izquierda mexicana?
-«Estamos al interior en un debate. Hay todavía compañeros que están pensando como muchos japoneses que después que pasó la Segunda Guerra Mundial, todavía seguían en las cuevas armados. Igual aquí hay compañeros radicales atrapados con esas ideas. Hay otros compañeros que no piensan así: dicen que Lopez Obrador viene a reforzar el sistema político autoritario del PRI de la época de Cárdenas. Nada que ver. Hay gente pensante también: muchos revolucionarios que en aquel entonces iniciaron este movimiento electoral que acabamos de ver. Mis respetos para ellos, tenían razón en su lucha».
-¿Qué hace Elias Orozco ahora…?
-«Lo que aprendí en la facultad de Agronomía: el extensionismo rural. Hago proyectos productivos en patios familiares…sembrando hortalizas. Ejerzo mi profesión y participo políticamente en el Partido del Trabajo. Somos vigilantes mas participativos…Eso debimos haber hecho y otra historia seria la de hoy. Tuvimos carácter violento y rebelde, porque tuvimos un Presidente muy violento y asesino como Luis Echeveria…Ahora los mismos miembros de su gabinete lo denuncian. Diaz Ordaz también lo dicen los generales que se bañó.
-«Pero si es lamentable el asunto, que políticamente hayamos caídos dos sectores muy valiosos: el sector de Don Eugenio, todo un líder empresarial…y uno sector de jóvenes que también eran lideres, gestores, constructores sociales… ese no era nuestro destino y ese es coraje que traigo aun contra Diaz Ordaz, contra Echeverría.
En una de las entrevistas que Elías Orozco concedió al periodista Luis Suárez, éste le confesó que Echeverría dijo así: «Se nos pasó la mano con aquellos jóvenes. Se nos paso la mano con esos muchachos…»
Excelente entrevista, me gustaria saber mas