La Voz de la Tierra
Por Amanda Alonso Farto
El planeta Tierra ha caído enfermo. Hace décadas que nos avisa de los síntomas que ha estado padeciendo, y que, aunque al principio eran mínimos, en la actualidad son casi irreversibles. Pero el ser humano lo ha ignorado por completo.
Sin embargo, la enfermedad nos ha estallado en la cara. Y algunos de nosotros hemos empezado a alzar la voz más alto, a plantearnos los porqués y a asumir nuestra responsabilidad en todo esto. Y lo hemos hecho, curiosamente, los más jóvenes.
Greta Thunberg es una de las caras más visibles de esta lucha. Una niña de once años que en menos de un año ha creado el movimiento juvenil más grande de las últimas décadas; Fridaysforfuture, concienciando y movilizando a jóvenes de todas partes del mundo para exigir a los gobiernos medidas contra el cambio climático.
En el año 2078 celebraré mi cumpleaños número 75. Si tengo hijos, tal vez pasen ese día conmigo. Tal vez me pregunten por ustedes. Tal vez pregunten porqué ustedes no hicieron nada cuando aún quedaba tiempo para actuar. Ustedes dicen que aman a sus hijos por encima de todo lo demás, y sin embargo les están robando su futuro frente a sus propios ojos.
Las palabras de la joven son claras y consistentes. Señala sin temblarle el pulso a quienes tienen el poder de instaurar políticas medioambientales suficientemente fuertes. Así, discurso se tiene en cuenta porque sostiene más sensatez y madurez que cualquiera de los discursos de nuestros políticos más influyentes. Es una voz joven, que en definitiva, lucha por un futuro para quienes nos quedamos aquí, y castiga a quienes se fueron sin tener en cuenta la fractura que dejaban.
Además, han sido los medios de comunicación los que, aunque mal y tarde, han favorecido la toma de conciencia por parte de la sociedad estos últimos años. Mal, porque nos informan solo de aquellos sucesos más dramáticos durante las 24h más escabrosas, y tarde, porque hace cincuenta años la información sobre lo que estaba pasando en el mundo hubiese sido más eficaz. No obstante, aunque las responsabilidades son proporcionales al nivel de influencia de cada agente social, todos debemos comprometernos con esta cuestión.
Hechos tan cotidianos como escoger nuestra dieta, hacer la compra, ducharnos, calentar la casa en invierno y enfriarla en verano, y transportarnos de un lugar a otro de la ciudad, afectan de manera significativa al desarrollo del cáncer de nuestro planeta. De igual forma, todos conocemos ya los actos alternativos a todas estas acciones. Entonces, ¿cuál es el problema?
La comodidad es nuestra lacra. La droga que nos está matando, el tabaco que va a acabar con el pulmón del mundo. Hemos creado una sociedad cómoda y confortable que tiene más miedo a perder la conexión a internet que el oxígeno que la mantiene viva. Y eso es lo que nos impide dar un paso al frente.
Un presente en el que los bares están llenos de peleas por futbol, y las televisiones repletas de gritos que anhelan la fama y el dinero, y las aulas abarrotadas de perfiles en las redes sociales que buscan el afecto en un like, es definitivamente, un presente individualista, que difícilmente podrá voltearse a mirar a su alrededor. Un alrededor que se quema y se derrite. Un alrededor que llora desconsoladamente por falta de alimentos. Un alrededor que se extingue.
En la versión alegre del cuento, quizás, algunos de nosotros, las fuerzas jóvenes, y los mayores que se van dejando huella con su ejemplo, consigamos hallar la cura para esta enfermedad que está destruyendo tantos siglos de historia. Sin embargo, la versión triste y realista de la fábula nos depara un final más trágico. Uno en el que todo se hace gris y el egoísmo acaba matándonos a todos. Uno en el que los gritos se acallan y el reloj de arena estalla.
La realidad es que ya no queda demasiado tiempo para conocer el veredicto. No obstante, lo cierto es que La Tierra está llorando más fuerte que nunca, y no le faltan motivos, porque hemos destrozado nuestro propio hogar, hemos saqueado las riquezas naturales del planeta y ensuciado todo a nuestro paso.
Y ya estamos viviendo las consecuencias; pueblos que quedan enterrados bajo las inundaciones, llamas que danzan sin cesar por los montes y selvas del mundo, vidas que se acaban por enfermedades desconocidas y lugares inhabitables por algún ser vivo a causa de la contaminación…
Así que, como diría Greta, ya no valen las excusas. Necesitamos implicarnos, con gestos pequeños y grandes. Necesitamos cambiar la forma en la que vivimos. Solo así, lograremos frenar las graves consecuencias que se nos vienen encima. Y debemos hacerlo todos.
«No hemos venido aquí para rogarle a los líderes mundiales que se preocupen por lo que está ocurriendo. Nos han ignorado en el pasado y nos volverán a ignorar. Ya no nos quedan excusas y nos estamos quedando sin tiempo. Hemos venido aquí para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no. El verdadero poder pertenece a la gente «– Greta Thungber –
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