ZONA DE REFLEXIÓN
Por Lucía Lagunes Huerta
Volvimos a ganar la paridad
Una vez más se tuvo que hacer la defensa de la Paridad en todo, para garantizar el derecho de las mujeres a participar en el próximo proceso electoral en por lo menos 5 de las 9 gubernaturas que se renovarán el siguiente año.
Aun cuando está en la constitución la paridad, los líderes partidarios nuevamente buscaron la forma de darle la vuelta.
Primero en el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) discutieron con los mismos argumentos unos y otros, ahí sí son iguales, y después en el Tribunal Electoral, que este miércoles ratificó que la paridad no puede ser un juego de una elección si y otra no, sino todo lo contrario. Que el principio de paridad en todo, debe mirarse desde la lógica de la progresividad de derechos humanos.
Las razones que se niegan a mirar, los machirulos partidarios, es la injusticia de la desigualdad con la cual han limitado los derechos humanos de las mujeres, así en general, y en particular los políticos y civiles.
Como si no pesara que en 70 años de voto femenino solo 16 mujeres hayan ejercido el cargo de gobernadora, aún con las oposiciones de ellos y gracias a los cambios legales que han hecho las mujeres comprometidas con la igualdad.
Porque si hoy gobiernan 9 mujeres en el mismo número de entidades frente a 23 gobernadores, ha sido gracias a las ciudadanas organizadas, a las consejeras y magistradas no solo convencidas de la igualdad entre mujeres y hombres, sino con la capacidad y los argumentos para defender el derecho de todas.
El miércoles volvimos a ganar la paridad, con la ley en la mano y la razón de la igualdad y no discriminación de las mujeres.
Desde que se reformó la constitución en 2019 para garantizar la Paridad en Todo, cada proceso electoral hay que defenderla de las mismas intensiones con los mismos argumentos rancios, que buscan limitarla, contenerla e incumplirla, para mantener vivo el pacto patriarcal del mayoriteo genérico masculino.
Pacto antidemocrático que busca mantener el privilegio de unos cuantos frente a la mayoría que construye democracia.
Porque la paridad no es solo 50 y 50, como se ha representado numéricamente. Es la propuesta civilizatoria más revolucionaria de la organización social, política, económica, cultural y un largo etcétera.
Es hacer tangible la equivalencia humana de las mujeres, moverlas/movernos de lugar para dejar de ser las otras y ser nosotras.
Es la base de la construcción de la sociedad del siglo XXI, que construye el camino para dejar atrás la desigualdad, discriminación y la injusticia que pesa sobre las mujeres en todos los ámbitos de la vida humana.
Lo que se ha ganado es la evolución desde una altura constitucional y democrática.
Esta es la lucha sufragista del siglo XXI que tomó la estafeta de las precursoras del siglo XVIII, porque esta persistencia no se cuenta en años sino en siglos, en argumentos y evidencia.
Volvimos a ganar la paridad para que las mujeres puedan gobernar e incluso ser presidentas de la República, aun cuando no hayan defendido el derecho a serlo.
Porque esta lucha sufragista feminista nos mira a todas y nos defiende de todas las intentonas de regresión.
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