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El sucesor interino de Cabeza de Vaca

OPINIÓN PÚBLICA 

Por Felipe Martínez Chávez 

El sucesor interino de Cabeza de Vaca

VICTORIA, TAMAULIPAS. Está confirmado que en política los amigos no existen. Hay negocios, compromisos y complicidades “hasta el último peso”.

En el gobierno del Estado las traiciones son ordinarias, con acentuación en la recta final de cada sexenio. Es muy conocido el pasaje histórico de los Gobernadores que, en las últimas horas de su ejercicio, se quedaban solos y salían de Palacio sin amigos. 

Famosa aquella frase de Don Enrique Cárdenas, luego de terminar una reunión en el nuevo edificio de la biblioteca Marte R. Gómez: “Bertha (su esposa) vámonos para la casa que esto ya se acabó”, y se retiraron manejando su vehículo. 

Enrique quiso dejar como sucesor a su primo Morelos Jaime Canseco González, pero no lo dejó el presidente López Portillo. Llegó un grupo enemigo liderado por Emilio Martínez Manautou, y se dieron hasta con la cubeta. 

Con esta introducción, cabe la pregunta ¿quién del equipo de casa para cubrir el interinato de Francisco García Cabeza de Vaca? ¿por quién se decidirá en los momentos cruciales? 

Colaboradores que le garanticen lealtad, aunque sea por horas, son muy pocos. Con algunos ya se peleó como es el caso de Víctor Sáenz Martínez, el poderoso jefe de su Oficina. 

El “cuadro chico” es muy reducido y cada vez es menor, de tal forma que echó mano de forasteros para integrar el gabinete, como si en esta tierra no hubiera paisanos con perfil. 

Hoy –todavía- sus grandes amigos son Gerardo Peña Flores y Jesús María “Chuma” Moreno Ibarra, solo que andan en el campo de batalla para alcanzar posiciones estratégicas que les cubran la espalda cuando el gobierno se vaya, o el desafuero se cumpla a cabalidad. 

El otro gran amigo es el presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Horacio Ortiz Renán, aunque apartado de cuestiones mundanas. 

Hay opiniones que se inclinan por Peña, pero ¿sacarlo de su ruta hacia el Congreso de la Unión? Tiene futuro si se relaciona a nivel nacional y olvida el cabecismo. 

Don Chuma es un serrano, un asno en temas políticos que, al final, podría salir más caro como remedio que la enfermedad. 

Queda echar mano de los no comprometidos en campaña. En primer lugar, Mario Gómez Monroy, original de la alcaldía de Reynosa. Tarde, pero se incorporó al sector educativo. Es licenciado en Sistemas de Computación Administrativa (1984) por el Tecnológico de Monterrey. 

Miguel Ángel Villarreal Ongay, secretario del Trabajo, por quien sabe qué circunstancias fue removido de la poderosa secretaría de Administración, pero sigue en el grupo compacto. Es de los viejos cuatachos. Tiene título de Contador Público Auditor por la UR (Universidad Regiomontana) de Monterrey (1996). 

En un tercer lugar se ve a Carlos García González, jefe de Desarrollo Económico. Cuando llegó, Cabeza le confió uno de los tres poderes, el legislativo, pero él pensó que podría ser alcalde de su pueblo, Matamoros, y mordió el polvo. Su jefe lo recuperó y lo retornó al gabinete. 

No es de las plenas confianzas, pero es dinámico, sabe moverse entre los grupos políticos, es negociador y, aunque tiene la mano pesada, concede el derecho de pataleo. Quién sabe en qué nivel de posibles traiciones lo tendrá el señor. 

Los demás no son políticos y, como dicen en Jaumave, no saben ni con cuantas gordas llenan. Llegaron por compromisos, circunstancias o porque no había “a quien poner”. 

Jesús Alberto Salazar Anzaldúa es el secretario de Administración, licenciado en Mercadotecnia por la Universidad de Texas, sin viabilidad en la política. 

Ariel Longoria García, de desarrollo Rural, es su amigo, pero no tiene madera ni para regidor. La Tesorera no llena el perfil. Parece más técnica. 

El resto no son de Tamaulipas. 

¿Los alcaldes? Francisco Javier se los encontró en el camino, pero nunca estuvo en sus planes permitirles entrar al juego, ni al Árabe Nader, de Tampico, ni a Cuéllar de Nuevo Laredo. 

Con César Verástegui hay una complicidad, es eficiente para hacer el juego sucio de temas electorales, pero nadie le asegura a García que le será fiel por una semana. Es capaz de traicionarlo en cuanto rinda su protesta como Gobernador. 

A otros amigos que participaron en las campañas de alcalde, diputado, senador y Gobernador, los dejó en el camino, como César Amaury Flores Pérez, Carlos de Alejandro Acevedo y Humberto Reynoso Ríos, y alejó un poco del grupo a elementos como Alejandro Llanas Alba, Francisco Garza de Coss, Francisco Elizondo Salazar, César Rendón García y Álvaro Barrientos Barrón. 

Llegado el momento, cualquiera de ellos puede ser llamado por el señor Cabeza para encargarle el changarro. Por el Congreso del Estado no batalla, está presto para reunirse a cualquier hora y donde sea (creemos que menos en el “otro lado”). 

Vaya vaya, hasta que el PRI se atrevió a pedir un juicio sancionador en contra de sus adversarios. Pone en el banquillo a la jovencita candidata del PAN a la presidencia de Bustamante, Brisa Verber Rodríguez, hija de la alcaldesa Maricela Rodríguez González, quien había llegado por las siglas tricolores. 

Es un negocio familiar PAN-PRI en que los recursos para la campaña salen del ayuntamiento, pago de gasolina para los acarreados, equipo de sonido y personal. El Consejo Municipal Electoral también al servicio de los azules. 

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