CULPA IN VIGILANDO
Por Nohemi Argüello Sosa
El deber de ser “bellas”
Expresiones denigrantes disfrazadas de bromas o “recomendaciones” como “eres de tez humilde o color cazuela”, “está muy bonita de cara, lástima de cuerpo”, “esa cuando baila llueve”, “te verías mejor si tu nariz fuera más pequeña”, entre otras, son formas de violencia estética, la cual tiene un mayor impacto en las mujeres, por lo que se considera como una forma de violencia de género.
Son los cuerpos de las mujeres los que constantemente son expuestos y juzgados, generando una fuerte presión social y cultural sobre ellas para que se adhieran a ciertos estándares de belleza, a menudo inalcanzables y perjudiciales para su salud física y mental. Una situación que ha sido aprovechada por la industria de la belleza, ofreciendo una variedad de cosméticos, procedimientos y modificaciones corporales que prometen transformar el cuerpo femenino en busca de la “perfección”.
Desde la interseccionalidad, para la socióloga María de Jesús López Alcaide, la violencia estética se manifiesta de diferentes maneras: sexista, racial, gerontofóbica y gordofóbica. Se trata de una imposición de estándares de belleza excluyentes que niega la diversidad cultural, étnica y racial.
Por su parte, Rita Segato, antropóloga argentina, ha señalado que la violencia que se realiza en las mujeres, de la que evidentemente somos las víctimas, es una violencia que a través de nosotras se dirige a toda la sociedad; el cuerpo de la mujer es un vehículo para un mensaje de omnipotencia, de impunidad, de la capacidad de ser violentos de manera arbitraria, sin razón, sin una lógica utilitaria.
Esta idea queda reforzada por los resultados de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2022, la cual reveló a un 20.2% de la población de 18 años o más, de ambos géneros, que declaró haber sido discriminada en el último año. En cuanto al cómo y el porqué de la discriminación: el sobrepeso ocupó el primer lugar (10.7%), seguido por la forma de vestir (9.7%), el color de piel (5.6%), la edad (5.2%) y su imagen (5.2%).
A cualquier acto, dicho, publicación, omisión, representación o práctica mediante la cual se violente física o psicológicamente a la víctima con base en criterios sexistas, racistas, gerontofóbicos y gordofóbicos se le conoce como violencia estética; un concepto que, la diputada morenista Cassandra de los Santos, en el marco de los 16 días de activismo para eliminar la violencia contra las mujeres y niñas, propuso incluir en la Ley para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres para el estado de Tamaulipas.
Aun cuando, nuestra sociedad ha convertido el ser “bellas” en un deber para las mujeres, promoviendo la idea de que para ser valoradas es esencial cumplir con los estándares de belleza, es tiempo de visibilizar la violencia estética, desmantelar a la industria que nos impone este deber de ser “bellas” y fomentar la construcción de un entorno más equitativo y respetuoso para todas las mujeres.
¿Usted, qué opina?
En otros temas, el rector interino de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), M. V. Z. Dámaso Leonardo Anaya Alvarado, anunció el inicio de una etapa de transformación en la institución. Durante la ceremonia de honores a la Bandera Nacional, destacó su compromiso con una administración abierta, democrática y transparente.
“Habrá tareas muy importantes por hacer y decisiones fundamentales por tomar, las que nos encausarán en esa ruta que es necesario trazar para renovar a nuestra Universidad”, dijo el rector ante directivos y docentes en la plazoleta cívica del Centro Universitario de Victoria.
“Quiero establecer un compromiso personal y de trabajo para afrontar este proceso de transformación por el que la UAT debe transitar para ascender a una etapa de renovación y crecimiento”, añadió.
El enfoque que propuso incluye validar decisiones de crecimiento de manera colegiada, priorizar la formación profesional con sentido social y calidad educativa, y promover un modelo de acercamiento del quehacer universitario a la sociedad.
El rector también se comprometió a impulsar una administración abierta con la participación de la comunidad universitaria y la sociedad tamaulipeca.
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