La Talacha
Por Francisco Cuellar Cardona
Perdón a las mujeres
Hoy, es Día Internacional de la Mujer, y en México como en el mundo, gobiernos de todos los niveles y organizaciones civiles la celebran y festejan con discursos y aplausos. Después, se olvidan de ella.
Las instituciones y algunos sectores de la política se adornan y resaltan el trabajo de las mujeres y su trascedencia en la vida pública y privada.
Este día, el discurso público habla y destaca el rol de la mujer en la sociedad. Entre demagogia y palabrerías, se les apapacha, se les adula; los más hipócritas les bajan la luna y las estrellas. Para ellas, este día, hay flores, y el mundo se pinta de color de rosa para recordarles que son el centro y el alma de la familia.
Durante los festejos en este mundo de oropel, se hacen compromisos y se refrendan las políticas públicas para que estén siempre en las agendas de los gobiernos; sin embargo, todo es una gran farsa.
Desde principios de la civilización, a las mujeres se le margina de todo; es comparsa y complemento en las tareas secundarias del hombre. En el mundo del atraso, si bien le va, las mujeres deben estar siempre atrás del hombre, porque dicen los que aseguran saberlo todo: «atrás de un gran hombre, debe haber siempre una gran mujer». Eso, dicen, y reiteran, que a lo que más puede aspirar una mujer: es estar atrás del hombre.
En pleno siglo 21, son muchos los patrones de conducta que afirman que el destino de la mujer es el hogar. Ahí debe estar siempre, para cuidar a los hijos, hacer la casa y atender el marido.
El pensamiento conservador dominante, afirma que todos los males de la sociedad y de la familia empezó cuando la mujer reclamó sus derechos y dejó la casa para salir a competir en la oficina, en la empresa y en la academia con el hombre; por eso debe regresarse al hogar, opinan.
Quienes han ejercido este patriarcado empresarial dominante, y los gobiernos que han instrumentado políticas excluyentes y machistas, son los que hoy tienen a la mujer sometida, y han violentado sus derechos.
Desde la mujer indígena dominada y maltratada por una cultura machista, hasta la profesionista brillante que impone y da cátedra, pero que salarialmente no puede ganar más, por el simple hecho de ser mujer.
En México, las mujeres, aún siendo ejecutivas y eminencias de empresa, perciben salarios 30 por ciento menores que el hombre.
Laboralmente, la mujer sufre discriminación; no valoran su capacidad cuando ésta llega a reclamar un aumento al salario. Las estadísticas refieren que el 95 por ciento de las mujeres que acuden a solicitar un incremento, se lo dan, si accede a favores sexuales de jefes y patrones.
Y si vamos al terreno de la violencia, la realidad es de terror: de cada 100 mujeres, 66 padecen violencia física, verbal y sexual; y lo más escalofriante: cada 160 minutos en México asesinan a una mujer, por el hecho de serlo. Los datos son del Instituto Nacional de las Mujeres.
La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las relaciones en los Hogares en el 2018, confirman que en México 7 de cada 10 mujeres padecen violencia, y que el 43 por ciento de ellas han sido agredidas por el esposo, la pareja o el novio.
Y hay una observación más: las mujeres que han sufrido violencia ha pensado en suicidarse y el 3.4% lo ha intentado. Asimismo, entre las mujeres que han experimentado violencia física o sexual, 35.8% presentó daños físicos derivados de la violencia que han vivido, principalmente moretones, hemorragias e incluso ha estado hospitalizada o la han operado, revela la misma Encuesta.
Y ya no hablamos de los feminicidios, en donde Nuevo León ocupa el segundo lugar nacional, sólo después del Estado de México. Y para qué hablar de Tamaulipas, en donde no hay siquiera registro de las crímenes contra las mujeres víctimas de la delincuencia organizada.
Esta realidad contrasta con los eventos y festejos que este día los gobiernos celebran para «homenajear» a la mujer. La deuda que se tiene con quienes representan la mitad de la población, es tanta, que no se paga con nada.
Para pagarle a la mujer, primero tienen que terminar estos eventos litúrgicos e insultantes que se ofrecen cada año. A las mujeres hay que respetarla en todos los sentidos y que sus derechos no se violenten como se ha hecho hasta ahora.
A la mujer este día, no hay que festejarlas, sino pedirles perdón por todo el daño que históricamente se les ha hecho.
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