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Otoño 2021 – La mariposa y otros cuentos

REFLEXIONES 2021
Por Mtra. Emilia vela González
Otoño 2021 – La mariposa y otros cuentos 

Por algún tiempo, después de concluir mi carrera universitaria en Monterrey, permanecería en esa ciudad impartiendo clase y trabajando como abogada litigante. Al finalizar la década de los setenta colaboraba en el despacho jurídico del Lic. Carlos Francisco Cisneros Ramos, y a encomienda de éste, mi recordado maestro, acudiría a la Ciudad de México. 

Tras revisar el estado de unos asuntos que esperaban resolución en la Suprema Corte de Justicia, salí del imponente edificio que la alberga y me dirigí al Palacio Nacional con el único objetivo de conocerlo por dentro. En su interior pude admirar los impresionantes murales de Diego Rivera. Aprovechando la cercanía mi siguiente parada fue en la Catedral. Ahí me entretuve un rato. Después de unos momentos de oración caminaría en su interior contemplando la magnificencia de sus naves y su monumental órgano. 

Concluida esta visita de lugares emblemáticos del centro histórico, y después de atravesar el zócalo, una construcción colonial llamó mi atención; se trataba del Nacional Monte de Piedad. Si bien tuve la intención de seguir de largo, sentí el deseo de detenerme y adentrarme a sus salas de exhibición, donde pude admirar la diversidad de joyas y objetos que ahí se mostraban. 

Hubo una pieza en particular que atrajo mi atención: Un prendedor de diamantes y esmeraldas en forma de mariposa. No estoy muy segura de poder describir la sensación que experimentaba al observarla, diría que fue una especie de fascinación, lo que resultaba extraño dado que soy poco afecta a las joyas. Lo cierto es que me desplazaba hacia otras vitrinas, y regresaba una y otra vez a contemplar tan bello accesorio. 

Impresionada por esa experiencia, tiempo después escribiría un cuento que titulé “La mariposa”, y si bien inicio este narrando en primera persona, en donde y como como me encontré con esa joya, dejé volar mi imaginación a partir de que la protagonista adquiere la mariposa. En la vida real esto hubiera sido imposible. 

Si bien no tengo demasiado problema en expresarme verbalmente, es por escrito donde se me facilita describir sentimientos y emociones. En los ochenta y noventa solía escribir cuentos o relatos, de dudosa calidad literaria por supuesto. La inspiración surgía por cualquier circunstancia que como mujer o abogada me impactaran. 

Los redactaba a mano en algún cuaderno o en esas primeras computadoras de grandes monitores, que después guardaba en disketts. La mayoría no sé dónde quedaron. Después de dieciocho años de juzgadora, alguien me preguntó que, si ya no escribía cuentos, -contesté- no- y agregué-se me hace que, si escribo uno, va a parecer una sentencia-. 

Lo cierto es que recientemente mientras buscaba unos archivos me encontré con el cuento de la Mariposa, así como con otros dos “En el velorio “y “En espera “. 

La idea de “En el Velorio”, surgió a raíz de que, al ir a visitar a una amiga, la vi que iba entrando a su casa, ayudada por otra persona, entre ambas cargaban una caja llena de libros. Me comentó que una señora que vivía cerca había sacado todas las pertenecías de su esposo a la banqueta. El señor había fallecido recientemente en una habitación de hotel donde se encontraba con otra mujer. Al escribir el cuento traté de imaginarme cuáles serían los sentimientos y pensamientos de una mujer mientras están velando el cuerpo del marido que hubiera fallecido en tales circunstancias. 

Cuando era estudiante universitaria, me tocó conocer brevemente, a una mujer madura, debía tener poco más de cuarenta años, ahora diría que era joven, pero desde la perspectiva de mis dieciocho, me parecía muy mayor. Ella había llegado a Monterrey procedente de una ciudad costera, tratando de localizar a un hombre que había sido su novio veinte años atrás, alguien que prometió volver, no lo hizo, pero nunca fue olvidado. De este episodio, surge la idea de “En espera “. 

Lo curioso de esto, es que, al leerlos nuevamente, no obstante estar consciente de que, si bien partían de un hecho real, eran producto de la imaginación, no pude evitar involucrarme en el argumento como si los personajes femeninos fuesen verdaderos. 

Bendecido Domingo…

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