CENA DE NEGROS
Marco A. Vázquez
El nombre de los enfermos…
El encierro voluntario, en muchos casos obligado por el coronavirus, provoca estragos en nuestras cabecitas que nos hacen pensar lo mismo genialidades que tonterías, dependiendo la capacidad de cada persona, el caso es que de aprovechar cada idea nos pueden llevar a corto y mediano plazo a ser una sociedad más sana, afable, segura y en desarrollo contínuo.
Obvio, las tonterías son para poner atención sobre como comunicar y difundir, como corregir limitaciones o en donde atacar para no contaminar lo que vale la pena qué, por fortuna, es la mayor parte de las cosas que han surgido, de entrada, creo que todo esto nos van a llevar a la reflexión sobre nuestro sistema educativo y en la conveniencia o no de mantenerlo tan limitado como ahora, tan de baja calidad.
Mire, los memes, la genialidad de los memes, nos hacen un país único, un sitio donde no solamente nos podemos carcajear de la tragedia sino que nos habla de ideas, de la espontaneidad para atacar problemas, el hacer reír, le guste o no, es un arte y debe ser la forma como podamos comenzar a medirnos, le insisto, somos únicos, geniales, con actitud y de ahí debemos partir.
Por supuesto, el chisme, la difusión de mentiras que se dicen en las redes sociales no hablan de la enorme tarea que tienen por delante los gobiernos, sobre todo en el tema educativo, porque ya es hora de entender que la ignorancia debe erradicarse por salud de toda la sociedad, a los políticos y sus ideólogos les debe caer el veinte que esa gente que mantienen en la pobreza y la cerrazón ya no es conveniente aunque les signifique muchos votos y la impunidad de manejar presupuestos sin que nadie les diga nada.
México, a como dé lugar, tiene que ser un país muy diferente una vez que termine la amenaza del coronavirus, una vez que se descubran nuestras fortalezas y debilidades la sociedad debe empujar a corregir, sobre todo, a obligar a los políticos a hacer política, a buscar el bien común y no el de unos cuantos, esa transformación, por fuerza, tiene que pasar primero por las aulas, debe ser encabezada por los verdaderos maestros, por quienes tienen como única intención ver coronados sus esfuerzos con niños que se conviertan en adultos felices y productivos.
En medio de lo bueno y lo malo, sin embargo, hay muchos temas para la reflexión y de eso quiero hablarle, va una historia.
Por medio de las redes sociales, el whatsapp y hasta correos electrónicos muchas personas en Ciudad Victoria están preguntando el nombre de la persona que resultó positiva en coronavirus, o COVID-19, como le quiera decir, el argumento que dan es que desean autoprotegerse si son vecinos, ir a hacerse pruebas correspondientes o por lo menos usar ya cubrebocas para no dañar a sus familiares en caso de que hayan tenido contacto con el enfermo, entre muchas excusas y razonamientos más.
Por supuesto que parece sensata la exigencia de conocer el nombre del enfermo con esos argumentos sin embargo no se puede poner en riesgo la vida de una persona porque, dentro de muchos que han preguntado, la mayoría lo hacía con morbo y con una infinita ignorancia que puede producir tragedias ya que ésta última suele ser muy valiente.
En la historia hemos atravesado muchas crisis sanitarias, hubo un tiempo, cuando el SIDA apenas iba haciéndose presente por estos lugares, que no se tenían leyes ni forma de proteger a las personas sanas de otras enfermas de las que no se podía conocer el nombre, como hoy, por cuestiones humanitarias y de derechos humanos, al respecto se han hecho esfuerzos, se ha legislado y hoy es un delito que un infectado, de VIH o incluso enfermedades venéreas, que conoce su padecimiento ponga en riesgo a otros, la pena puede ser de cárcel además de sanciones económicas.
Regresamos con el tema del COVID-19, entonces, en el caso del coronavirus, de quienes resulten positivos, ¿cuál debe ser la actitud de la autoridad, proteger al enfermo o, como dicen los que piden el nombre del enfermo, proteger los derechos de las mayorías en el sentido de que deben conocerlo para cuidarse?, a fe nuestra lo ideal es continuar con la secrecía para la protección del paciente a menos de que el infectado no se quiera poner en tratamientos o cuarentena cuando sea necesario, sin embargo, también considero que las autoridades le deberían preguntar al enfermo si publicitan su nombre para cuidar a las personas que él quiere o a quienes voluntaria o involuntariamente hayan tenido contacto con él.
Ahí está el tema para los Diputados federales y locales, ahí está el tema para el gobierno que debe buscar formas rápidas y efectivas de difundir nombres cuando sea necesario, cuando la persona que ha resultado positiva a algún padecimiento altamente contagioso siga en su terquedad de andar en la calle y dañando a los demás con conocimiento de causa o por ignorancia, hoy, por ejemplo, dar a conocer el nombre del enfermo sería un calvario y un tema que le llevaría a lo mejor meses a la autoridad para poder divulgarlo ya que se tiene que recurrir hasta los poderes legislativo y judicial de ser necesario, ya ve por qué le digo que México debe ser otro después del coronavirus.
Conocer el nombre de los enfermos quizá no sea algo que dañe a las personas en las sociedades modernas, en algunos países del mundo se obliga a divulgar el nombre de delincuentes para que la gente que vive a su alrededor se proteja, lamentablemente en México si es un riesgo y quizá de eso se trata lo que venga, de cuidarnos todos, de que prevalezca el interés de las mayorías sobre el de una persona, más en una enfermedad que no es vergonzosa como está que hoy nos tiene en crisis pero sobre todo, produciendo ideas.
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