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Balaceras, coronavirus y clientela en las urnas

OPINIÓN PÚBLICA
Por Felipe Martínez Chávez
Balaceras, coronavirus y clientela en las urnas 

En el pico más alto de la pandemia decíamos que la participación ciudadana en los comicios del seis de junio sería mínima, incluso más abajo del 30 por ciento de 2019 por los escaños al Congreso. 

Como algo nuevo, el COVID generó temor en la ciudadanía. Pero las condiciones cambiaron y, fundamentalmente, el ciudadano perdió el “miedo” a los contagios. 

Y lo perdió también en dos factores recientes que se agregan a la elección: La persecución política y balazos contra los candidatos, que tienen más o menos el mismo origen. Las balaceras ya se nos habían hecho “familiares”. 

Usted nos preguntará si la “cuota de sangre” en Victoria, Llera, Tampico, Madero y ahora San Fernando, entre otros municipios, amén de las amenazas ¿van a inhibir la votación? Le decimos que no. 

Tema del día es la ración de plomo al equipo de campaña de Jesús Arturo Galván García, candidato del PRI a la alcaldía de San Fernando. Hasta ocupó la atención del pastor nacional, Alejandro Moreno Cárdenas. 

“La violencia está imparable y ha marcado este proceso electoral”, escribió Alito al comentar el asunto vía redes. Y tiene razón, pero lo que debe hacer es averiguar primero de dónde viene, si el origen es personal o político. 

Quieren sacar “raja” y luego averiguan. 

Si dicen que es por enfilar rumbo al triunfo en las urnas, hay que decir que los “malos” no actúan por si mismos ¿quién dice que no fueron policías? 

En tiempo de elecciones todo es “pesca”: Amenazas, levantones y balazos, aun cuando sean personales o hasta premeditados para aumentar rating ¿quién asegura que no? Y si son reales, es que efectivamente los contrincantes se ponen nerviosos ante una eventual derrota. 

A la mañana siguiente el comentario de Edgardo Melhem, por el método más fácil, en redes: “Atentado no impedirá al PRI ganar San Fernando”. 

De todas maneras, yo no creo que en esos lugares –ni en otros- la votación irá a la baja. La afluencia será “normal” ¿y qué es normal? Ahí por el 50 por ciento del padrón. 

La ciudadanía ya se vacunó, perdió la capacidad de asombro, de miedo tanto al virus como a los plomazos. Es algo que sucede en el día a día de la vida. 

El virus se olvidó. Los partidos organizaron eventos masivos sin las debidas precauciones y hasta con permiso y cambio de “semáforo” del sector Salud. 

No esperamos votación del 30-32 por ciento de la elección de diputados locales en 2019, aunque tampoco el 61 de la votación del 2016 por la gubernatura. 

La concurrencia a las urnas podría andar en el 50 por ciento, considerando la emoción que despierta la renovación o ratificación de los ayuntamientos. Llegaría al 60 si fuera cambio en el timón estatal. 

En términos llanos, el voto no será suficiente para derrumbar la estructura panista. Para ello se necesita que más del 60 por ciento se presente a las casillas a tomar su decisión libremente. 

Digamos que el “voto duro”, el “comprado” cada que hay elecciones, es de un 15 por ciento. Son los que van con el partido en el poder, dígase PAN o PRI más antes. El resto son ganancia de las oposiciones para que se repartan el pastelillo plurinominal. 

En las poblaciones rurales vota más la gente. Pero da la casualidad que el 88 por ciento de los ciudadanos residen en manchas urbanas y por tanto se interesan menos. Es un fenómeno entendible de la masificación. 

Cuando hay elección de Gobernador se interesa más gente. Los diputados locales es lo que menos si no tienen influencia ni para sacar a un borracho del bote. 

En 2010 se dio la de Gobernador, pero por los ayuntamientos sufragó el 44.4 por ciento, en tanto que en 2016 concurrió el 56 por ciento. Inentendible ¿fue factor la violencia y homicidio del doctor Rodolfo Torre Cantú? ¿acaso el fenómeno de los vientos del cambio en el 16´? 

Solo para irle calculando a como estará la asistencia, digamos que el récord de participación (2018) ocurrió en San Nicolás con el 85.9 por ciento, y Cruillas con el 83.1 de la lista nominal. 

Mención especial merece Nuevo Laredo. Fue el municipio con la más baja participación, un 53 por ciento de la lista de nombres ¿mapachismo a no votar? No se duda. 

¿Qué con la capital Victoria? Votación arriba del 65 por ciento, lo “normal” de hace tres años cuando el PRI fue echado del poder. No influirá el asesinato del candidato del Verde Ecologista, “Batata” Rocha. De ser así los azules podrían ser desplazados del Palacio del 17 Hidalgo. 

Sin abandonar el tema, el líder de Morena sin partido, Alejandro Rojas Díaz Durán, anunció que se va a estacionar en Matamoros en los siguientes días para apoyar la reelección de Mario López Hernández. Pero como dicen en política, hay sumas que a veces restan. A menos que no hable. 

Mario Delgado Carrillo, el jefe nacional, ha brillado por su ausencia por estos lugares. Hasta hoy anuncia que el viernes andará por Matamoros y Reynosa en apoyo de La Borrega y El Makito, amenazados con cárcel por “el sistema”. Horas antes podría tocar la zona sur. 

No se ve a los “prominentes” de Morena, al delegado en Sinaloa, Américo Villarreal; al jefe de RTC, Rodolfo González Valderrama; Héctor Martín Garza González, Oficial Mayor de Economía y así por el estilo. El “señorito” JR Gómez Leal, el cuñado incómodo, nunca anda de humor. 

Los azules ya estuvieron por aquí, tocaron las ciudades más pobladas. 

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