INTERIORES
Por Carlos López Arriaga
Adán, mayordomo en jefe
VICTORIA, TAM |En las viejas monarquías, los mayordomos eran mucho más que sirvientes. Tenían potestad mayor sobre el domo, el techo redondo, la cúpula, el espacio arquitectónico amplio y principal donde operaba el rey con su corte cercana.
Administradores plebeyos, por cierto. Civiles de la más entera confianza y con poder suficiente para meter orden entre los servidores inmediatos de la corona. Rienda firme, especie de prefectura interna.
Acaso esto ayude a entender la misión para la cual parece llamado el nuevo titular de Gobernación ADÁN AUGUSTO LÓPEZ, a quien equivocadamente han querido identificar como un puño duro que estaría proyectando su sombra sobre la República.
No pondré en duda lo del puño duro, pero su radio de acción estaría más focalizado al área inmediata del presidente donde hay la urgencia de imponer disciplina. Ese círculo cercano en el que todos se sienten generales y donde el fuego amigo y las patadas bajo la mesa son cosa de todos los días.
Por ahí se mueven personajes como el secretario particular de Presidencia ALEJANDRO ESQUER VERDUGO; el titular de prensa JESÚS RAMÍREZ CUEVAS; el de Estrategia Digital, CARLOS CALDERÓN MERCADO; el de Política y Gobierno CÉSAR YÁÑEZ CENTENO; el de Programas para el Desarrollo GABRIEL GARCÍA HERNÁNDEZ y el jefe de asesores LÁZARO CÁRDENAS BATEL.
Cuestión de observar la anarquía que aflora en las giras, donde la seguridad del primer mandatario se ve muy seguido comprometida, como ocurrió recientemente en Chiapas, cuando ANDRÉS MANUEL quedó atrapado por dos horas sin poder salir de su camioneta, sitiada por maestros furibundos.
No podría ser de otra manera la misión de ADÁN AUGUSTO, si recordamos que la Secretaría de Gobernación ya no controla al CISEN (hoy CNI), tampoco mete mano en corporaciones civiles que pertenecen a la Secretaría de Seguridad ni en la Guardia Nacional, incorporada a SEDENA.
Igual, han dejado de pasar por Bucareli los hilos del poder que controlan las penitenciarías. Incluso resulta exagerado atribuir al nuevo secretario poderes o capacidades para ejercer como jefe de gabinete, función que en los tiempos de PEÑA NIETO operó MIGUEL ANGEL OSORIO CHONG. Eso se acabó.
MARGEN DE MANIOBRA
Por supuesto, yéndonos más atrás tendríamos que recordar los inmensas facultades constitucionales y metaconstitucionales que recaían en los hombres fuertes de Bucareli, con figuras de la talla de MARIO MOYA PALENCIA, JESÚS REYES HEROLES, MANUEL BARTLETT DÍAZ y FERNANDO GUTIÉRREZ BARRIOS, por citar algunos. Al propio REYES HEROLES le solían llamar “JESÚS, el del gran poder.”
Eran los tiempos en que los titulares de SEGOB disponían de herramienta ruda (legal y de la otra) para garantizar la paz del país, regañaban a gobernadores, zarandeaban a presidentes municipales, giraban instrucciones a dirigentes partidistas y jefes parlamentarios.
Nada de esto ocurre ahora ni tenemos por qué esperarlo en un hombre como ADÁN, de estilo rústico, discurso monosilábico, desempeño sombrío y una callada lealtad que parece esculpida en piedra. Acaso por ello, desde el primer día puso a temblar a los temperamentos más frágiles del entorno presidencial.
Aunque necesario es insistir. Difícilmente podría dar indicaciones a pesos completos del equipo obradorista como EBRARD, SHEINBAUM, MONREAL, BATRES o DELGADO. Tampoco a los titulares de SEDENA o SEMAR.
No llega a eso. Su control se circunscribe a los jardines interiores de Palacio, el área de domos, patios y pasillos donde será el mayormente dotado de atribuciones y responsabilidades.
Su función será dar manotazos, en efecto, y meter en orden al círculo próximo, donde suelen calentarse los ánimos del presidente, ante filtraciones, jaloneos y luchas por el poder, descuidos y episodios de ineptitud imperdonables.
Y bueno, la primera víctima fue JULIO SCHERER IBARRA, cuya única cualidad visible es ser hijo del aclamado periodista JULIO SCHERER GARCÍA, fallecido en 2015 tras una vida consagrada a la defensa heroica de la libre expresión.
Virtudes que, por cierto, no se heredan en automático. El abogado SCHERER IBARRA jamás pasó de ser un funcionario de medio pelo en una consejería jurídica que le había venido robando funciones a la SEGOB, explotando en su favor el temperamento aquiescente y la debilidad de carácter de la doctora OLGA SÁNCHEZ CORDERO.
Lo comenté en redes el mismo día, con estas palabras: mientras estuvo OLGA en Bucareli, SCHERER IBARRA invadía sus funciones, acordaba con legisladores, hacia política interior, llevaba y traía, echaba grilla, daba línea, pontificaba, giraba instrucciones.
Pero llego ADÁN, el mayordomo tabasqueño y le pintó raya. Hasta ahí llegó JULITO. Habrá más ajustes, por supuesto y con todo el apoyo del primer magistrado de la nación.
BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com
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