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CELAC: Contra el rezago educativo en la región

LA OTRA ÓPTICA

CELAC: Contra el rezago educativo en la región

Juan Carlos Flores Turrubiates

Según datos publicados en marzo de este año por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), cerca del 60 por ciento de todos los niños, niñas y adolescentes que perdieron un año escolar completo en el mundo debido al confinamiento por la pandemia del COVID-19 viven en América Latina y el Caribe.

En comparación con otras regiones del mundo, Latinoamérica registró el cierre de escuelas más prolongado de marzo de 2020 a febrero de 2021–158 días en promedio contra los 95 días de la estimación global, México registró 180 días– situación que presenta amenazas serias para el presente y el futuro de las niñas, niños y adolescentes de la región.

Desde antes de la pandemia tanto en México como en Latinoamérica ya se enfrentaba una crisis educativa dado que 80 por ciento de niñas y niños en primaria no lograban completar con todos los conocimientos deseables en comprensión lectora y matemáticas, cifra que se agravó con el confinamiento.

Los rezagos en el aprendizaje de los menores se vieron agudizados debido al cierre de escuelas, sobretodo en aquellos sin acceso a la educación a distancia ya sea porque viven en comunidades indígenas de alta marginación o que no cuentan con internet, computadora o recursos económicos para acceder a la educación remota.

Faltaría agregar todas las demás dimensiones en las que se afectaron a las y los estudiantes en todo este tiempo:

Cierre de espacios físicos en educación preescolar que mermaron las oportunidades de desarrollo; el uso excesivo de pantallas de televisión o pantallas de ordenadores o dispositivos móviles que aumentaron el sedentarismo, causando trastornos del sueño y otras consecuencias en la salud física y emocional como ansiedad, estrés y falta de concentración.

Por estos motivos debemos resaltar uno de los puntos del Plan de Trabajo 2021 de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que se estableció el pasado fin de semana en la Ciudad de México.

El Encuentro Latinoamericano y Caribeño de Educación en donde se reunirán los Ministros de Educación miembros de la CELAC para generar programas de movilidad de investigadores y de apoyo a estudiantes de los países miembros con alianzas del sector privado además de generar estrategias de educación en tiempos de pandemia y postpandemia.

Cabe señalar además, el punto 14 de la Declaración final de la Sexta cumbre de la CELAC:

“[La CELAC]Reconoce en la educación un elemento vertebral para el desarrollo sostenible de los países y nuestra región, que debe ser inclusiva, equitativa, de calidad, con perspectiva de género y que atienda a un enfoque intercultural acorde a las características de cada Estado miembro de la Comunidad. Asimismo, renueva el compromiso de impulsar políticas públicas y programas regionales que garanticen el acceso a la educación para todas las personas en nuestros países, en línea con lo dispuesto por el Objetivo 4 de la Agenda 2030, buscando atender particularmente las brechas de

desigualdad educativas y sociales agudizadas por la pandemia de Covid-19, así como la brecha digital y los impactos desproporcionados en mujeres y niñas, pueblos indígenas, originarios y Afrodescendientes, para recuperar el derecho a la educación para todos.”

La Sexta cumbre de la CELAC no fue un gran fracaso como algunos lo han querido pintar tras las peleas y la polémica entre los presidentes de Cuba, Venezuela , Uruguay y Paraguay.

Más allá de todos esos roces y fricciones, la cumbre nos dejó un importante mensaje de unidad y cooperación por un lado, y por el otro, México toma la batuta como líder en la región, si bien por el momento no será posible enterrar a la Organización de Estados Americanos (OEA), uno de los principales objetivos de la reunión, sí se pudo revivir a una CELAC que parecía desaparecer.

Ahora, solo falta ver más allá de las diferencias y trabajar en materia de salud en tiempos donde una pandemia ha azotado a toda Latinoamérica por la falta de infraestructura, investigación y el poco acceso a la vacunación contra el COVID-19.

Afrontar los retos del cambio climático, el combate a la corrupción –un cáncer que compartimos– y sobretodo, cooperar y desarrollar estrategias para combatir el rezago educativo para garantizar que nuestra niñez tenga un futuro con grandes oportunidades.

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