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Marcelo, el Vice

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Por Homero Hinojosa

Marcelo, el Vice

A diferencia de otros países del mundo, en México no existe el cargo de Vicepresidente de la República. En Estados Unidos la hay, en la figura de Mike Pence.

Algunos vicepresidentes tienen mucho poder, como fue el caso de Dick Cheney durante la administración de George Bush hijo. Su poder y rango de acción eran prácticamente ilimitados como bien se ilustra en una polémica película, “Vice”.

Un dato importante es que en el pasado sí tuvimos vicepresidentes en México. Con la Constitución de 1824 apareció el cargo pero con la Constitución de 1917 se abolió. El último vicepresidente mexicano fue José María Pino Suárez hasta 1913.

¿Por qué desapareció este puesto en el esquema de Gobierno? Una explicación tiene que ver con la influencia que muchos de nuestros “ex-vices” alcanzaron y que llevó a tener algunos períodos con poderes prácticamente compartidos con el Ejecutivo al mando.

Los constituyentes de 1917 optaron por eliminar esta función para evitar que otros hicieran sombra al caudillo que llegaba al poder. Desde entonces, salvo algunas excepciones, se ha dado en México un Presidencialismo dominante, en donde nuestro mandatario en turno hace y deshace a conveniencia. Hasta ahora.

Y decimos hasta ahora porque un personaje del gabinete, aunque no tiene el cargo oficial, parece estar operando como un auténtico vicepresidente. Su nombre: Marcelo Ebrard.

Nuestro secretario de Relaciones Exteriores ha adquirido una influencia y notoriedad especial. Su intervención más evidente se manifestó esta semana con la planificación y ejecución de la Operación “Salven a Evo”.

Su rol fue más allá de la definición de estrategia de traslado. Marcelo tuvo que realizar muchas negociaciones para poder diseñar una ruta de huída para Evo.

En una de las conferencias “mañaneras” confirmó que negociaciones difíciles con Brasil, Perú y Ecuador fueron realizadas para permitir que el avión con Evo a bordo pudiera cruzar por estos países que no lo querían.

Diplomático de formación y oficio, Ebrard es quien mete las manos por nuestro Presidente. Su capacidad de negociación (propia de cualquier vicepresidente) aparece a la hora de rescatar también al periodista Jorge Ramos de Venezuela así como intervenir en Sonora para encarar la matanza contra los Le Baron.

Nuestro secretario fue un fuerte aspirante para las elecciones del 2018. Las encuestas avalaban que tenía popularidad, pero decidió hacerse a un lado para que su amigo y actual jefe, López Obrador, fuera quien llegara a la silla presidencial.

Como buen estratega, muy inteligente y negociador se ha podido consolidar como un poder alterno, que maniobra con sus lentes oscuros realizando eficiente plomería en las cañerías de la política y la diplomacia.

Marcelo es incansable, duerme poco, por eso aparece de repente en fotografías y “memes” echándose una siesta en el avión.

Todo un vicepresidente sin cargo oficial como tal, pero en la práctica —que es donde finalmente se cristalizan los resultados— Marcelo Ebrard es un poder alternativo que resuelve muchas cosas en donde AMLO se declara incapaz o simplemente le saca la vuelta involucrarse.

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