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“Perdón sí, olvido no”

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“Perdón sí, olvido no”

Por Homero Hinojosa

Esta emotiva frase podría adjudicarse a un enamorado ofendido luego de vivir una mala experiencia con su pareja sentimental. O quizá de algún familiar resentido tras la traición artera de un pariente picudo.

La expresión, sin embargo, salió de boca de nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, pronunciada esta semana al presentar el montaje relacionado con el caso de Florence Cassez e Israel Vallarta, detenidos por secuestro en el año 2005.

El mandatario mostró en un video la transmisión del supuesto rescate de víctimas y la detención de los presuntos secuestradores.

“Yo digo que perdón sí, olvido no, no podemos hacer a un lado nuestra memoria”, expresó.

Para exhibir este show mediático —y exponer a Carlos Loret de Mola como uno de los promotores del montaje— López Obrador montó prácticamente otro show en su conferencia La Mañanera.

¿Qué está pasando con AMLO? ¿Por qué ese tipo de expresiones de parte de la autoridad máxima en nuestro país que dejan asomar resentimiento, enojo, indignación?

Apenas hace unas semanas comentábamos en este espacio su retorno a la vida política luego de pasar unos días en recuperación por contagio de Covid en enero.

“Deseamos que cuando regrese al púlpito mañanero aparezca ´recargado´ (reloaded) para bien y no para retomar el discurso añejo y rencoroso”, escribimos el 6 de febrero.

Pero ha sido todo lo contrario. Desde su retorno ha mostrado más batería para impugnar a la Prensa independiente, minimizar los casos de corrupción y escándalo entre sus familiares y allegados, y aprovechar el espacio mañanero para fustigar “al conservadurismo” en México.

Ciertamente este tipo de expresiones de “perdón sí, olvido no” forman parte de una evidente retórica populista. En la historia reciente de México no habíamos tenido un personaje como AMLO ejerciendo un estilo de gobernar basado en un constante discurso resentido y de permanente condena  a todos aquellos que no piensan como él o que que no comulguen con su cuestionada Cuarta Transformación.

Y por más respeto que dice tener por sus críticos, la verdad es que no pierde oportunidad para ametrallar en su mensaje mañanero a Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze o al grupo Reforma.

Aunque estamos en periodo de veda electoral, en el cual los gobiernos de los tres niveles no pueden realizar promoción de programas sociales, resulta ineludible asociar los mensajes del Presidente de lunes a viernes con el partido de Morena y su populismo.

La medida correcta debió haber consistido en una orden para suspender todo el evento matinal hasta el 6 de junio para no dejar ninguna duda de un posible proselitismo desde el poder. Ello por respeto a los mexicanos, a los otros partidos y por el bien del proceso electoral.

Ojalá que con el tiempo nuestro Presidente recapacite y tome conciencia del poder que tienen sus amargas palabras. Los mexicanos estarían dispuestos a “olvidarlas” con tal que gobierne para todos y no solo para su molino.

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