Cabrito News
Columna de opinión por Homero Hinojosa
Dos Años de Trump
Este mes de enero se cumplen ya 24 meses desde que Donald Trump asumió la Presidencia del país más poderoso del mundo. Aunque algunas encuestas en 2016 lo señalaban como posible ganador de los comicios federales, pocos se imaginaban que realmente acabaría derrotando a su contrincante del partido democráta, la célebre Hillary Clinton.
Luego de todo este tiempo podemos resumir este periodo presidencial de la siguiente manera: Trump sigue siendo Trump. Es más, hoy tenemos un Trump más necio, desbocado e intransigente.
El ejecutivo norteamericano ha venido a dividir a una nación que de por sí ya mostraba signos marcados de polarización. Y prácticamente ha establecido como referencia el concepto de “fidelidad” para definir la postura política que podría tener un ciudadano: O eres Trumpista o eres anti-Trump.
Su administración se ha caracterizado por tres elementos esenciales: un cúmulo de escándalos derivados de su relación con Rusia en materia electoral, una política dura en negociación de tratados comerciales con todo el mundo (México no es la excepción, por supuesto) y una posición furiosa en asuntos migratorios impulsada principalmente por la construcción de un muro fronterizo.
En el primer punto podemos comentar que los coqueteos y los arreglos con Vladimir Putin es un asunto que interesa más a lo ciudadanos norteamericanos que a los tamaulipecos o regiomontanos. Sin embargo, en los temas económico y migratorio, mucho tenemos qué decir.
Aunque todavía debe ser aprobado por el Congreso de EEUU, el nuevo USMCA viene a sustituir al legendario TLC que tenían México, Estados Unidos y Canadá. Apenas a finales de noviembre, un día antes que dejara Enrique Peña Nieto la presidencia en México, los tres países firmaron en Argentina los protocolos que darían paso a la creación de este nuevo acuerdo, en donde según analistas binacionales los beneficios son mayores para Estados Unidos que para sus dos socios comerciales.
En el terreno migratorio, estos dos años han sido muy difíciles para nuestra nación. No solo pende encima el proyecto de la construcción de la muralla de tres mil kilómetros en toda la frontera norte, sino también una serie de temas relacionados con la migración y el tráfico de drogas y armas.
Afortunadamente México parece contar con valiosos aliados en Washington que han estado haciendo todo lo posible para evitar la construcción del muro. El tema llegó a paralizar a diversas oficinas de Gobierno en EEUU estos días y motivó una serie de nuevas disputas entre los partidos demócrata y republicano, lo que enfureció al mismo Donald Trump.
Definitivamente algo se tendrá que negociar a nivel migratorio en 2019. Las olas migrantes de salvadoreños, hondureños y guatemaltecos registradas en el otoño e invierno del 2018 son para muchos solo “avanzadas” de migraciones mayores que podrían ocurrir este año.
Nuestro país ha demostrado que no tiene capacidad logística para gestionar flujos de esta magnitud a más largo plazo. Darles empleo a todos los migrantes que no logren llegar a California se antoja una labor complicada.
El periodista Alan Riding escribió a finales de los ochentas un famoso libro titulado “Vecinos Distantes” en donde puntualmente señalaba las grandes diferencias económicas y sociales entre México y Estados Unidos, pero apuntaba una realidad indiscutible: quizá nos podrán separar un río y una frontera desértica, pero nos unen una serie de elementos culturales e históricos.
Hoy quizá seamos vecinos muy cercanos en diversas actividades, porque el fenómeno de globalización y el viejo Tratado de Libre Comercio (TLC) nos han llevado a un nivel de relaciones más estrechas.
Sin embargo, todo lo construído a través de casi tres décadas contempla venirse abajo por la ambición y ceguera de un empresario parlachín y encantador de serpientes, que ha logrado seducir a un grupo de ciudadanos norteamericanos y encender en muchos de ellos peligrosos ánimos racistas que no se veían desde la Guerra Civil del siglo XIX.
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