Esto ha desencadenado respuestas por parte de las autoridades nacionales y locales de la región europea. Un total de 45 países y territorios recomendaron que las escuelas permanecieran abiertas para el aprendizaje presencial de la prevención y el control de la infección; siete países optaron por el cierre total o parcial de las escuelas, ya sea a nivel nacional o subnacional; y dos países recomendaron el aprendizaje a distancia.
Así las cosas, la OMS opina que «si se imponen restricciones para disminuir o controlar la transmisión, las escuelas deben ser los últimos lugares en cerrar sus puertas y los primeros en reabrir con las medidas adecuadas de prevención de la infección». En resumen, prosiguen, «interrumpir la educación de los niños debe ser el último recurso».
«Los cierres generalizados de escuelas del año pasado, que interrumpieron la educación de millones de niños y adolescentes, hicieron más daño que bien, especialmente para el bienestar mental y social de los niños. No podemos repetir los mismos errores», dice el director regional de la OMS para Europa, el doctor Hans Henri P. Kluge.
Participación de toda la sociedad para disminuir la transmisión
En lugar de cerrar los centros educativos, la OMS recomienda un enfoque de toda la sociedad para reducir la transmisión mediante una amplia gama de medidas, según el nivel de transmisión, en los lugares donde se produce. Esto incluye los entornos escolares, en los que son importantes el distanciamiento físico, la limpieza frecuente de las manos, el uso de mascarillas, la ventilación adecuada en las aulas y el aumento del acceso a las pruebas, especialmente en los entornos de alta prevalencia.
«Para reducir el impacto del Covid-19 en los próximos meses, es vital que las decisiones de los gobiernos y del público se basen en datos y pruebas, entendiendo que la situación epidemiológica puede cambiar, y que nuestro comportamiento debe cambiar con ella», añade el doctor Kluge.
A su juicio, «la ciencia debe triunfar sobre la política, y los intereses a largo plazo de los niños deben seguir siendo una prioridad, especialmente ahora que varios países están experimentando un pico de transmisión», argumenta, sentenciando que «hay herramientas más eficaces para hacer frente a este pico que el cierre de las escuelas».
Por su parte, la profesora Julie Green, directora que trabaja con niños de 4 a 11 años en la escuela primaria Baxenden St John’s Church of England de Lancashire (Reino Unido), se hace eco de esta opinión.
«Volver a la escuela con el aprendizaje presencial de sus profesores ha sido la única certeza para muchos niños en una época incierta. Como educadora y madre, creo que los niños aprenden mejor en el aula. La pandemia no ha terminado y, por supuesto, debemos poner en marcha medidas para mantener a los niños y a los profesores lo más seguros posible frente al virus, pero las escuelas deben permanecer abiertas por el bien del aprendizaje y el desarrollo general de los niños», afirma Green.
Además de vacunar a los grupos de población prioritarios y a los profesores, la OMS y el Grupo Técnico Consultivo Europeo de Expertos en Inmunización (ETAGE) recomiendan vacunar a los jóvenes de 12 a 17 años que tengan enfermedades subyacentes o que estén en contacto con adultos inmunodeprimidos.
Asimismo, la OMS recomienda el uso de la vacuna de Pfizer/BioNTech para los jóvenes de 12 a 17 años. En el caso de los niños menores de 12 años, la OMS publicará nuevas orientaciones sobre el uso de las vacunas a medida que surjan nuevas pruebas de los ensayos de vacunas. Hasta la fecha, se han notificado 76 millones de casos de COVID-19 y 1,4 millones de muertes en la Región Europea de la OMS.
*Con información de «Europa Press».
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