OPINIÓN PÚBLICA
Por Felipe Martínez Chávez
Mitomanía crónica y contagiosa
CD. VICTORIA, Tamaulipas | Como médico humano que es, Américo Villarreal le atinó al diagnóstico: Francisco Javier García Cabeza de Vaca tiene un padecimiento que se llama mitomanía.
En términos médicos, para curar un mal hay que hacer un diagnóstico certero. Ya está, le dio al clavo, falta que el paciente tenga voluntad de “curarse” o regenerarse.
De por sí algunos políticos, sin estar enfermos, son demagogos, mentirosos, falsos y con fama de deshonestos, por no decir ladrones.
Cierto, Cabeza es un mitómano compulsivo, de esos bichos raros que hacen de la mentira su forma de vida para obtener satisfacciones internas, o evitar un castigo, que es lo que estaría buscando el innombrable. Evitar ser llevado a tribunales.
“A veces hay que tomarlo con humor”, como dijo Américo cuando los periodistas le preguntaron su comentario sobre la persecución de que Cabeza se dice víctima.
En los últimos días el exgobernador se ha dedicado a hacer ruido en redes, en empresas nacionales de comunicación y a través de sus abogados, denunciando imaginarios delitos y demandas penales en contra de sus opositores.
Pareciera un deseo patológico, incontrolable de mentir, inventar historias que le generen gusto, que no un futuro político que no tiene.
Otra verdad. Los tamaulipecos ya hicieron el juicio social y la historia empezó a colocar a Cabeza en el sótano que le corresponde. Ya no hay reversa.
Nosotros, el que escribe, agregaríamos que el cuadro clínico del enfermo es completo: Mentir sin tener un motivo válido, solo por encontrar una satisfacción íntima, querer apantallar o impresionar, intimidar a sus enemigos, aunque sin lograrlo porque aquí ya lo conocen los paisanos.
Cada vez inventa más historias y cree que el ciudadano común se las cree, como esa de que “estamos decididos a darle rumbo y dirección a México” desde la presidencia de la República. Hacer creer que tiene posibilidades de llegar a Palacio Nacional.
Quiere hacer creer que en su gobierno creció la seguridad pública en Tamaulipas, que hizo una administración honesta, cuando las cifras y datos son otros.
La mitomanía es grave. Cuando el enfermo es descubierto, cuando sus historias son insostenibles y calificadas de ridículas, deja de recibir satisfacciones y vienen niveles de ansiedad incontrolable ¿para allá va el panista?
Son patologías crónicas, y grave también cuando “contagia” a más gente como a Carlos Fernández Altamirano, Gerardo Peña Flores, Félix Fernando García, Luis “Cachorro” Cantú –que parece ser el más grave- y personajes por el estilo.
Valga el ejemplo de ese contagio, sucedido en el pleno del Congreso del Estado este martes.
El joven diputado Fernández Altamirano, exigió aprobar de urgencia citar al secretario de Seguridad Pública, Sergio Chávez García, para que proporcione información de la actividad que realiza.
Sin lugar a dudas se lo ordenaron. Pensó que ganaría espacios para la causa celeste en los medios, que los morenos tratarían de impedirlo, proteger al secretario, cobijarlo y los haría quedar en ridículo.
Le dijeron que el General acudirá al Congreso. Tiene programada su visita el 20 de abril a las 13:00 horas, para decir otra tanda de deficiencias en que recibió la secretaría.
El futbolero guardó silencio, lo agarraron en curva por obedecer instrucciones de quien lo hizo diputado. La 4T Tamaulipas no protegerá a nadie. Todos los secretarios y colaboradores del gabinete, sin distingo, irán a glosa.
Lo “chamaquearon” pero no dudó en mentir. Se contagió. El ex jefe de Deportes del Gobierno escribió en redes: “Morena rechazó el punto de acuerdo”.
Es el mismo Fernández que autorizó – ¿se mandaba solo? – hasta 50 millones de pesos de dinero de los contribuyentes para beneficiar al equipo futbolero Tampico-Madero, oficialmente TM Futbol Club SAPI de CV.
Salió “raspado”. La secretaria de Bienestar Social, Verónica Aguirre de los Santos, en su comparecencia ante los señores diputados, confirmó que el ahora legislador firmó un contrato con el giro de futbol por más de 10 millones de pesos, para “apoyar en seminarios de capacitación y clínicas deportivas y programas de visorias”, de lo cual no hubo pruebas de si se realizaron.
Solo fue en Deportes, porque hay pruebas de que otras dependencias le metieron hasta 6 millones 496 mil pesos, cada una, incluido Comunicación Social del Gobierno –Educación más de nueve millones-, hasta completar el medio centenar de millones.
La secretaria “encueró” a los ex funcionarios de BS, comandados en el último tramo del panismo por Yahleel Abdala Carmona. Dejaron un muladar con faltantes por 263 millones de pesos tan solo en más de un millón de despensas que no comprobaron si llegaron a los beneficiarios.
En Bienestar, los panistas se robaron tres vehículos, dejaron 49 inservibles y 70 activos sin mantenimiento.
Hasta hace una semana nadie imaginaba que, la coyuntura de las comparecencias sería la oportunidad de hacer público el cochinero en que Cabeza y su equipo dejaron, que no entregaron, la administración.
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