Como los juegos Olímpicos de 1968 en que el régimen echa la casa por la ventana, la dictadura celebraba el Centenario de la Independencia con magnas obras y en coincidencia el Congreso Nacional de Estudiantes se manifestaba por diversos motivos contra el régimen de Don Porfirio
Por Luis Alvarado
A medio siglo de la masacre de estudiantes universitarios por parte del ejército mexicano que obedecía órdenes del presidente Gustavo Díaz Ordaz, 58 años atrás de esa fecha, se habría de registrar la primer gran protesta estudiantil en una impensable manifestación contra el dictador Porfirio Díaz.
Es septiembre de 1910. El país se dispone a celebrar el 100 Aniversario de la Independencia y ante decenas de diplomáticos extranjeros el régimen porfirista busca dar la mejor cara de la capital mexicana, reflejo de un país en progreso y confiable para más inversiones foráneas.
Desde meses y años atrás los preparativos en todos los rubros buscaban apuntalar a la nación a la modernidad. En la apoteosis de esta histórica celebración todos los días de septiembre se festejaba o inauguraban grandes obras, exposiciones o monumentos colosales.
Así, el día 2 de ese septiembre y año se trae la pila bautismal en que Miguel Hidalgo y Costilla había sido bautizado.
Dos días después, llegaba el poeta nicaragüense Rubén Darío, pero por presiones de Estados Unidos no sería recibido como representante diplomático de su país, por haber sido derrocado por los yanquis el gobierno que lo designa al salir de su país. Incidente precursor del ‘comes y te vas’.
Esto acarrearía protestas inusitadas de estudiantes en contra del régimen de don Porfirio y vivas al pueblo de Nicaragua, así como mueras a Estados Unidos por la invasión a ese país. Finalmente Rubén Darío declina asistir en calidad de invitado de honor que le ofrecían y sale a Cuba.
El calendario contemplaba el día 6 la jura de bandera de seis mil niños en el Zócalo; el 16 la inauguración de los monumentos a la Independencia (Angel) y a Cuauhtémoc; el 18 el Hemiciclo a Juárez; el 21 la inauguración de la red de agua potable de la ciudad.
El Primer Congreso Nacional de Estudiantes
Igualmente, el 22 la refundación de la Universidad Nacional de México; el 23 la entrega del Lago de Chapultepec y el 27 la declaratoria del Congreso de la Unión como presidente –última reelección- del presidente Díaz para el período 1/12/1910-30/11/1916.
Cuando todos los reflectores enfocaban la magna celebración de la independencia ante delegaciones diplomáticas de 32 países, algunas con presencia de contingentes militares, jóvenes provenientes de todo el país preparaban también su Primer Congreso Nacional de Estudiantes.
Este debía iniciarse el 6 de septiembre en el Palacio de Minería conseguido para ese efecto por el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Justo Sierra. Pero por alguna razón no figuraba dentro de la agenda de eventos celebrativos del Centenario del inicio de la Independencia.
Aun cuando este congreso estudiantil ocurre, la mayor parte de las informaciones y crónicas periodística e históricas la mencionan como evento patriótico en la que la juventud agradecía al gobierno de Díaz su preocupación por la educación de los alumnos de normales, 12 carreras universitarias y la Escuela Nacional Preparatoria.
Domingo Lavín
Sería un tamaulipeco, victorense de nacimiento, quien describe la verdad de lo efectuado por los estudiantes mexicanos, en una versión más apegada al malestar de la sociedad hacia el gobierno dictatorial que de apología y cariño a la dictadura.
José Domingo Lavin Revilla, representante del estado de Tamaulipas a ese Congreso Nacional Estudiantil es citado por el autor victorense Emilio Portes Gil en su libro Autobiografía de la Revolución Mexicana (México, Instituto Mexicano de Cultura, Cap. IV, 1964)
Este congreso estudiantil tuvo su origen en la Escuela Nacional de Medicina y de la que fueron iniciadores los estudiantes Alfonso Cabrera, Alfonso Alarcón y Atilano Guerra.
“La Escuela de Medicina prohijó el movimiento y en seguida se unió la Escuela Nacional de Ingenieros; Gustavo P. Serrano, Manuel Buen Abad y otros estudiantes de años superiores secundaron el movimiento de la Escuela de Medicina, y en reuniones preliminares, ya con todos los estudiantes de las escuelas superiores, de Agricultura, Normal y Preparatoria de la Capital, se formularon las bases para el Congreso”, expresa Domingo.
Agrega Lavín Revilla: “Estableciéronse una serie de temas de carácter pedagógico, sobre los cuales los estudiantes debían opinar formalmente. Estos temas constituían la comparación del sistema de reconocimientos, exámenes, premios y castigos, situación de alumnos numerarios, supernumerarios y oyentes, etc.”.
Observa que la Secretaría de Instrucción Pública que dirigía Justo Sierra, apoya la iniciativa y sirve de conducto a través de los gobernadores de los estados para convocar a todas las escuelas superiores del País, que entre sí no tenían relaciones directas.
Protesta a domicilio
Y Añade; “Por vez primera se pronunciaron discursos en donde se pedía la renuncia del general Porfirio Díaz y el día 13 de septiembre los estudiantes se lanzaron por las calles de Tacuba y de Bolívar hasta llegar a la antigua calle de Cadena (hoy Venustiano Carranza) a donde se encontraba la residencia del Presidente de la República”.
Agrega Lavin, según la cita de Portes Gil: “En el trayecto se unieron gentes del pueblo y ya frente a la casa del general Díaz, en una carretela se instaló una tribuna, y Alfonso Priani, Francisco Castillo Nájera y otros estudiantes, empezaron a pedir en discursos, la libertad de la democracia y la renuncia del general Díaz”.
Pero Domingo dice que rápido los estudiantes y paisanos son disueltos por la gendarmería montada, “y al regresar los delegados a los Estados en franca propaganda revolucionaria que minó, sin duda lo político”.
Entre los delegados estudiantiles se encontraban, escribe Portes: Palma Guillén, Luis Sánchez Pontón, Alfonso Alarcón, Justo Santa Ana, Alfonso Cabrera, Francisco Castillo Nájera, Atilano Guerra, Gonzalo Zúñiga, José Domingo Lavín, Luis León, Ricardo Alduvín y otros.
Para el autor de Autobiografía de la Revolución Mexicana, la asamblea de Estudiantes de 1910 tuvo gran significación en el movimiento libertario; pues de la capital de la República salieron todos los delegados a los Estados, ‘continuando entre la clase estudiantil este movimiento que erosionó el prestigio de la dictadura’.
“Muchos de aquellos estudiantes abrazamos la causa maderista, y durante la Revolución Constitucionalista nos tocó desempeñar importantes funciones públicas”, observa el autor Portes Gil.
Un congreso olvidado
De acuerdo al registro, esto es lo que sucede el día 6 de septiembre: Después de que hizo acto de presencia el presidente Porfirio Díaz y su gabinete en el balcón central, da comienzo la ceremonia del juramento a la bandera, terminando con el canto del Himno Nacional por todos los presentes.
Están presentes los enviados de Estados Unidos, David J. Foster; de Honduras, Salvador Córdoba; de Austria-Hungría, conde Max Hadik Von Futak; José Antonio Rodríguez; del Brasil, Antonio de Fontaura Xavier; de Chile, Eduardo Suárez Múgica; de Argentina, Sixto García, de Uruguay, Enrique Muñoz, recibidos en audiencia solemne por Díaz.
En otro punto cercano de la capital se inauguraba el primer Congreso Nacional de Estudiantes, en el salón de actos de la Escuela de Minería, dirigido por los jóvenes Atilano Guerra, Gustavo P. Serrano, Luis Sánchez Pontón, Ricardo Alduvin, Salvador Jiménez Loza, y Alfonso Alarcón.
Para Fernando Curiel Defossé, director de Divulgación de la Coordinación de Humanidades de la UNAM, este primer congreso estudiantil ha permanecido casi en el olvido a pesar de la significación intelectual al converger varias corrientes de pensamiento.
“Cobran lugar y significación corrientes como el positivismo; movimientos como el modernismo; tendencias como el realismo y el naturalismo; rebeldías intelectuales como la del Ateneo de la Juventud; fundaciones como la de la Universidad Nacional de México (UNM)”, añade Curiel.
En esa convergencia de los festejos del primer centenario de la Independencia, a la tribuna juvenil confluían las ideas divergentes en lo esencial pero yuxtapuestas al revisar al orden de cosas y la realidad política del país y su régimen de gobierno.
Ignoradas sus conclusiones
Escribe Curiel que en el mes de agosto, la prensa recoge las primicias de la inquietud estudiantil, camino al Congreso de la grey. El periódico El Imparcial del 25 de julio da a conocer las bases del encuentro, del 6 al 13 de septiembre, en la que Díaz es el invitado.
Convocaban las escuelas de Agricultura, de Artes y Oficios, de Bellas Artes, Colegio Militar (que luego no participa), de Comercio, Conservatorio Nacional de Música, Dentales, Homeopáticas, de Ingenieros, de Jurisprudencia, de Medicina, Normales de Profesores y de Profesoras, Preparatoria Nacional y otras.
Los temas a tratar son: medios de comprobación de aprovechamiento escolar; recompensas y castigos; alumnos supernumerarios y libres u oyentes; integración del profesorado en las escuelas superiores; participación estudiantil en la factura de leyes y reglamentos.
Asimismo, relación de las escuelas no oficiales con las oficiales; relaciones de las escuelas de la capital con las de los estados; mejoramiento moral y físico de los estudiantes; medios para fomentar la «fraternidad y la solidaridad».
Participaba un delegado efectivo por escuela pero las de la capital tendrían tres, pero con derecho a un solo voto, mientras que los gastos de los visitantes correrían a cargo del estudiantado capitalino y un comité organizador de 12 varones y 2 mujeres.
En cuanto a las conclusiones de los 90 delegados estudiantiles, las autoridades gubernamentales ignoran la mayoría de las demandas de este Primer Congreso.
Refundación de la UNM ese 1910; UNAM a partir de 1929
Pero no todo topa en pared. El día 22 de ese mes de septiembre de 1910 se refundaba la Universidad Nacional de México (UNAM a partir de 1929) y su normatividad daba lugar a los alumnos en el Consejo Universitario, ya con voz y voto para participar “en la deliberación de los métodos, programas y exámenes».
Pero además permitiría la instauración del pensamiento crítico, que luego daría paso a una tradición de activismo y expresión estudiantiles, que a su vez permite en 1916 la creación de la Federación Nacional de Estudiantes, productora de posteriores congresos.
Aunque la mayor parte de los estudiantes eran de clase media y media alta, el sentir de la juventud ya se había hecho presente con dos significativas manifestaciones en defensa de sus intereses académicos, rebeldía que se va puliendo hasta interesarse en los temas de la sociedad, la pobreza imperante y la dictadura.
Sin embargo, las manifestaciones políticas del día 13 de septiembre no pasaron la censura dictatorial y la prensa minimiza la expresión, no obstante haber sido El Imparcial el que más había publicado acerca de la organización del congreso estudiantil.
Rebelión desapercibida
Poco de lo que se conoce es dado a conocer por Emilio Portes Gil, también participante estudiantil –a los 20 años de edad-, en su libro Autobiografía de la Revolución Mexicana (editado hasta 1964), al citar el testimonio de José Domingo Lavín Revilla, quien al paso de las décadas se convertiría en un prestigiado ingeniero petrolero y autor acreditado de varios libros.
Esa primera reunión nacional de 1910 llegaría al Primer Congreso Internacional de Estudiantes de 1921 y las movilizaciones de 1929 que llevarían a la primera declaratoria de autonomía en una universidad en el país, la Nacional de México y dar paso a la UNAM, 39 años antes de la convulsión mundial estudiantil, que en nuestro país sería reprimida militarmente en lo que se ha llamado un Crimen de Estado.
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