Cuentan los historiadores que desde diferentes puntos de Nuevo León, se integraron expediciones armadas para colonizar las primeras villas de Tamaulipas
Luis H. Alvarado
En 1747, con el aval de su paisano el virrey Juan Francisco de Guemez y Horcasitas y la hoja de servicios que le precedía al ‘pacificar’ etnias en la Sierra Gorda de Querétaro, el colonizador del Nuevo Santander, José de Escandón recibe poderes de mando sobre los antiguos gobiernos de Nuevo León y Coahuila para apoyar el poblamiento de lo que sería Tamaulipas.
Así, el de Cantabria envía misiva al jefe del Nuevo Reino de León, informándole que el 7 de enero de 1747 saldría de Querétaro para estar en Jaumave el día 20 y luego ir al Río Grande.
Aunque inicialmente el plan de inspección para llegar a la Costa del Seno Mexicano fue envolvente entre Tampico y la Bahía de Espíritu Santo, dirige luego otras órdenes al gobierno de Nuevo Extremadura –Coahuila-.
En la empresa le acompañaban al conde dos religiosos, José de Velasco y Lorenzo de Medina. En San Alberto se añaden 40 hombres más.
Por Guadalcázar, San Luis Potosí, sigue a Tula, donde Antonio Fernández de Acuña se le une con 150 hombres. El alcalde de Labradores -hoy Galeana, N. L.- suma 10 más y otros 10 recibe en Jaumave, llegando a 220 hombres, además de herradores, muleros, 50 sirvientes y 30 indios aliados.
Y por el sur, Escandón y Helguera ordena que de Pánuco y Tampico salieran desde el día 20 un capitán y 150 soldados a reconocer la costa, mientras que el capitán de la villa de Valles, con igual número de hombres, saldría por el centro.
Igualmente ordena al capitán de la Bahía del Espíritu Santo –Texas- que, con 25 soldados y otros 25 que le enviaría el gobernador de Los Adaes –en Natchitoches, Luisiana-, saliera el 22 rumbo al sur, hasta encontrarse con él.
Por su lado, el gobernador de Coahuila Rábago y Terán ordena al Capitán Miguel de la Garza Falcón la salida el 21 de febrero, con 50 soldados y 25 indios aliados para llegar a la costa en un recorrido de 128 leguas.
Tres meses de exploración
El gobernador del Nuevo Reino de León, Vicente Bueno de la Borbolla accede en todo y moviliza dos cuerpos, el primero al mando del capitán Blas María de la Garza Falcón, quien sale de Cerralvo el 21 de enero con 42 soldados, hacia la confluencia del San Juan y el Bravo, para continuar por la ribera sur hasta el Golfo.
Antonio Ladrón de Guevara, por su lado, parte de Linares el 28 con 53 soldados por la ribera
del Conchos, donde se incorpora a las fuerzas de Escandón para llegar ambos al Bravo el 24 de febrero, ubicando su campamento a 12 leguas de su desembocadura.
En ese sitio Escandón logra reunir a más de 750 hombres dividiéndose las funciones, unos para explorar, otros para identificar zonas aptas para la ganadería, ubicación de ríos, ensenadas, indios. Acompañaban a Escandón el alcalde de Labradores, Francisco Manrique de Lara y el marqués del Castillo de Aysa, dueño de la hacienda la Soledad, en el sur del Nuevo Reino.
La exploración tarda tres meses y para regresar cada uno de los grupos lo hace por caminos distintos a fin de reconocer la mayor parte de terreno.
En carta dirigida al gobernador nuevo reinero, el conde de Sierra Gorda le observa: “v porque en ese reino hay muchos soldados y vecinos que no tienen tierras y puede resultarles gran conveniencia de entrar a poblar, para que llegue a noticia de todos mandará vuestra señoría publicar esta resolución por bando previniendo en él que todas las familias que se junten con este motivo serán admitidas bajo la real protección, se les concederán el derecho de pobladores, el de soldados arreglados, les mercenaré tierras en común y en particular para que, radicados, queden a sus descendientes…”
De la Huasteca y Las Rucias
En diciembre de 1748, a un año y diez meses de su entrada a la inspección, Escandón vuelve a salir de Querétaro, «con la idea de comenzar las fundaciones del Nuevo Santander». Pero es hasta nueve años después que el inspector Tienda Cuervo informa sobre lo ya efectuado y la procedencia de los colonos, que en el caso del sur de la provincia, los 40 vecinos de Altamira
llegaron en 1749 de la misma Huasteca.
Los de la ciudad de Horcasitas, luego congregación Magiscatzin y ahora González, son reclutados «de la villa de Valles y jurisdicción de la Huasteca, de Río Verde, San Luis Potosí, Valle del Maíz y Tula”.
En la erección de la villa de Escandón, actual Xiconténcatl, vienen casi todos sus colonizadores «de Río Verde y sus circuitos». A Santa Bárbara -Ocampo-, llegan familias del Valle de Maíz.
Asimismo, los pobladores del Real de los Infantes –Bustamante- arriban de Matehuala y Charcas. Los de Palmillas se anota que eran «todos de tierra afuera».
La villa de Llera, llamada antiguamente las Rucias (con c y no con s, al aludir al color del ganado caballar y no al imperio ruso), es fundada con familias de Armadillo, Guadalcázar, Charcas, Venado, refiere Israel Cavazos en su obra Nuevo León y la colonización del Nuevo Santander.
La vieja comunidad de Jaumave, existente desde 1725 ya había recibido antes de la llegada de Escandón, a 18 familias ‘de tierra afuera’ y a seis de Río Blanco, -actual sur de Nuevo León-.
La villa de Aguayo, fundada en 1750 -actual Ciudad Victoria-, es ocupada con las primeras 15 familias «de los pastores que estaban en los ranchos de la antigua población –novoreinera- de San Antonio de los Llanos» –actual Hidalgo, Tam.-, y los demás, «de tierra afuera», según declaración de Juan Diego Guerrero.
Y la villa Santo Domingo de Hoyos, fundada en 1752 por Domingo de Unzaga representa el traslado a corta distancia del antiguo valle de San Antonio de los Llanos.
Las villas del centro
Respecto a las familias asentadas en las villas del centro, son reclutadas en su casi totalidad, de los pueblos del Nuevo Reino de León. En el caso de Padilla, en 1749 con 39 familias, fray José Márquez declara en las informaciones de 1757 que «los pobladores que vinieron a esta villa los más de ellos vinieron de Río Blanco (Aramberri y Zaragoza, N. L.), algunos de Linares, valle del Pilón ..».
Los apellidos Porras, Castillo y otros, vienen del sur de Nuevo León.
A la villa de Güemes, establecida en el mismo año, son llevadas 40 familias procedentes del Nuevo Reino, según declara Francisco Javier Gámez, ‘con excepción de la del declarante que llegó de San Miguel el Grande’.
El Capitán Juan Elías Moctezuma detalla más aún el origen, al explicar que «llegaron de Linares, La Mota (General Terán), Labradores (Galeana) y el Pilón (Montemorelos)».
En el caso de la villa de los Cinco Señores de Santander –Jiménez-, fray Buenaventura Antonio Ruiz de Esparza manifiesta el 14 de junio de 1757 que las familias fundadoras llegaron «de varios lugares del Nuevo Reino de León», con los apellidos González de Ochoa, Alanís, Flores,
Rodríguez de Montemayor, Mancha, De la Garza, Caballero, Saldívar y otros, ‘aunque en el padrón de la revista no se expresa, nos sitúan en Cadereyta y en el valle del Huajuco –actual Santiago y Allende, N. L.-.’
Santillana (Abasolo), tenía 15 familias en 1757. De éstas, ocho eran originarias de Nuevo León y las siete restantes procedían «de los casamientos que aquí se han hecho”, según declara el Capitán Tomás Conde.
Iban al Nueces, se quedan en La Marina
La villa de Soto la Marina es fundada en 1750 con «48 o 50 familias de las inmediaciones de Monterrey», según Melchor de Treviño. “Este núcleo fundador, al decir del mismo declarante, fue el mismo que había salido con destino al río Nueces pero que, esperando órdenes de Escandón, se situó temporalmente en la ribera sur del Bravo, donde «formaron sus jacales e iglesia designando al lugar con el nombre de Nuestra Sra. del Refugio. ¿Será éste el antecedente de Matamoros?”, escribe Israel Cavazos.
Allí muere su capitán Pedro González de Paredes, y el resto decide regresar a sus lugares de origen. Melchor Treviño los persuade de volver hasta Santander, donde queda la mayor parte; los demás pasaron a las márgenes del Purificación para fundar Santillana en 1752 –Abasolo-.
Según las quejas recabadas entre los mismos colonos “muchísimas familias no recibieron los cien pesos que se les había ofrecido «como ayuda de costa» y que les fueron hechas las mercedes de tierra pero no en forma individual sino en comunidad.
El repartimiento se hizo veinte años más tarde en 1769 cuando muchos de los primeros pobladores ya no vivían”, por negativa del propio Escandón a la propiedad privada.
En el norte
A diferencia del poblamiento del centro del Nuevo Santander en que es efectuado ‘en su mayoría’ por familias novoreineras, en el caso de las de las villas del Norte, fueron reclutadas en su totalidad en el Nuevo Reino.
Villa de Mier, tiene 38 familias en su fundación, «todos los más de la villa de Cerralvo. Sáenz, Gutiérrez, Peña, Vela, Chapa, Hinojosa, Guerra, Salinas, Del Bosque, Ramírez, Bazán, Barrera, etc., son apellidos que no dan lugar a duda a esta afirmación”, observa el autor Cavazos Garza.
Apunta que gran parte de las tierras de este lugar, llamado el Paso del Cántaro, ya para 1734 era de José Félix de Almandos, vecino de Higueras, quien las vende a Don Prudencio Basterra y fueron más tarde de don Manuel de Aldaco, terrateniente de México.
Revilla (Cd. Guerrero) es fundada con 58 familias provenientes del Nuevo Reino de León. Serna, Villarreal, Adame, Mendiola, Dávila, Canales, Benavides, Gutiérrez, son los apellidos predominantes.
A la villa de Burgos el capitán Antonio Leal y Guerra traslada a las familias desde Santander hasta donde las había llevado Ladrón de Guevara, según declara Leal el 31 de julio de 1757.
“De San Fernando, pudiera decirse en tono festivo que es una ‘sucursal’ de Cadereyta. De allí y de otras partes del Nuevo Reino, llegaron las 43 familias fundadoras Sánchez de Zamora, Santos, Coy, Villarreal, Hinojosa, Caballero, Flores, Alanís, Montemayor, Cantú, Galván y otras, según testifica Nicolás Iglesias Merino.
Camargo recibe también las 40 familias nuevo reineras que le dieron origen, dirigidas por Blas María de la Garza Falcón.
Acerca de Reynosa, es el capitán Carlos Cantú quien acompaña a las 40 familias pioneras. En 1757 el padrón registraba 20 más, procedentes también de Nuevo León. Provenían todos de
Cadereyta, el Pilón, Sabinas y Pesquería Grande (Villa de García).
De Coahuila, los de Dolores, al otro lado del río Bravo
Los planes escandonianos vislumbraban la creación de más villas en la Franja del Nueces, en la parte norte novo santanderina entre los ríos Bravo y Nueces –actual Texas-, pues hacia ese territorio se dirigían las familias que llevaba Pedro González de Paredes, junto con Tomás Sánchez, nacido en Ciénega de Flores, Nuevo León.
“Sánchez recorrió el Nueces buscando sitio adecuado, pero decidió, a la postre, asentarse con diez familias en la ribera norte del Bravo, en el paso de Jacinto, -en Laredo-. García, Saldívar, Treviño, Sánchez, Díaz, Salinas y otras, fueron las que dieron origen, en 1755, a la villa que Escandón llamó: San Agustín de Laredo”.
La hacienda de Dolores, «al otro lado del río Grande» creada cinco años antes por José Vázquez Borrego, es la única con familias procedentes de San Francisco de Coahuila.
Cruillas, San Carlos y Croix (Casas), también son pobladas por nuevoreineros, a propuesta de Tienda de Cuervo, cuyos documentos existentes en el Archivo Municipal de Monterrey refieren la comisión dada por Escandón a Joaquín Galván, para reclutar 30 familias para la fundación de Cruillas. Y otra dada al Cap. Luis Fuentes, para la de San Carlos.
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