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El día que apagaron LA FUNDIDORA

El domingo 18 de noviembre se celebró una ceremonia religiosa para recordar a los obreros fallecidos de Fundidora Monterrey, así como el cierre de la acerera que fue puntal del desarrollo industrial regional, medida federal insertada dentro de su llamado programa modernizador hace 32 años, pero que marcó indefinidamente a miles de familias

En pleno auge

Luis Alvarado

Es mayo de 1986, son los tiempos de la Reconversión Industrial,  el modelo de ‘modernización productiva’ aplicada por el padre de la escuela neoliberal mexicana, el presidente Miguel de la Madrid Hurtado.

El laboratorio de experimentación es elegido aquí y el conejillo no es cualquier taller, es seleccionada la Fundidora Monterrey, ícono de la industrialización regional. El objetivo es desaparecerla “por improductiva”.

El poderoso emblema

Para el gobierno el argumento es primordial: ‘Hay que eliminar lo obsoleto, hay que superar esquemas sindicales antagónicos, que den paso a relaciones obreras moldeables que se identifiquen con los intereses patronales, que abran nuevas tecnologías productivas’.

Para ello se cuenta con el respaldo del gran capital regio, que rápido aprueba las medidas. Alberto Santos de Hoyos dice que el gobierno se ha tardado en la medida; la Caintra declara que el cierre se da dentro de la reconversión fabril y de la crisis mundial del acero, “sólo en Francia se han despedido a 100 mil”, afirma Jorge Arrambide.

Pero lejos de apoyar con empleo a los seis mil 500 despedidos, el gremio patronal se queja de que tienen que trabajar para hacer voluminosas ‘listas negras’ para evitar contratar a los mineros, a sus hijos o familiares.

A la fecha muchas empresas tienen vigente esa condena laboral contra sus descendientes.

Se apagan los hornos a las 2:00

Lo que era un rumor desde meses atrás se materializa el 8 de mayo de 1986: El juez Décimo de lo Civil de la Ciudad de México declara en quiebra a la paraestatal. El Porvenir informa el 10 de mayo a ocho columnas: “Ordenan cerrar Fundidora”, “En virtud de su grave endeudamiento que alcanza los 300 millones de dólares, bajo nivel de productividad y su retraso técnico”.

La nota que cimbra a Monterrey

Los hornos se apagan para siempre a las 2:00 horas.

Doce años atrás, cuando la familia Prieto controlaba la empresa, recibe un crédito de 150 millones de dólares para su expansión y se compra el horno 2, lo más reciente al cierre, pero apagado tres meses antes de la quiebra.

Para 1976 los accionistas se niegan a apoyar el rescate y el gobierno federal la adquiere y en 1978 es ya la tercera en importancia en la paraestatal Sidermex.

Dentro del programa de desarrollo de la industria siderúrgica nacional, ese grupo tenía grandes planes de crecimiento, diversificación, aumento de personal y financiamiento. Para 1985 Fundidora Monterrey tiene una producción récord de 950 mil toneladas y pese a ello su clausura se empieza a manejar a principios de  1986, compila Diana Cisneros en otro artículo en ese rotativo.

Falta de materia prima y se inician los reajustes

Ya habían pasado 86 años de la fundación de la Maestranza, mote tomado al parecer de una fundición antigua de armas pesadas  en España. Un estudio técnico encargado a la Comisión Federal de Electricidad arroja que el orgullo regio presenta un deterioro en todas sus áreas. “En resumen, una falta de planeación y organización operativa de Sidermex”.

El paro del alto horno 2 en febrero –por falta de materia prima-, alerta a los bandos sindicales, sobre todo a los disidentes Regeneración  y 5 de Febrero. Empiezan los reajustes obreros. El líder de la sección 67 Juan García Arguelles declara “no concibo un Monterrey sin fundidora”.

Al ordenarse judicialmente el cierre de Fundidora Monterrey ya estaba en suspensión de pagos. Los dirigentes sindicales entre rebeldes y oficiales apelaban a que los empresarios regios la adquirieran para no perder las seis mil 500 fuentes de trabajo, pero el empresario Alberto Santos ataja rápido y afirma “no habrá empresario que desee hacerse cargo de Fundidora”.

“O se tragan la sopa, o la derraman”: Farrell

El director de Sidermex, Guillermo Becker señala; “… dado su retraso tecnológico y la grave situación financiera, el gobierno nacional realizó durante 14 años sus máximos esfuerzos para mantener la planta en operación, que en sus 86 años de existencia ha venido sufriendo crisis intensas y repetidas”.

Contó más la mala fama de algunos que los récords de producción de los trabajadores

En realidad la primera crisis fue en 1907 y en 1972 el gobierno adquiere el 25 por ciento de las acciones. Según la paraestatal, de 1980 al 85 recibe apoyos por 46 mil millones de pesos.

En ese entonces un déspota Secretario del Trabajo Arsenio Farrel Cubillas sentencia a la comisión de obreros de fundidora cuando éstos le piden 34 días de compensación por cada año de servicios prestados: “O se tragan la sopa o la derraman”, les responde advirtiendo que no van a obtener más de lo ofrecido.

Atrás quedaba el aumento salarial del 35 por ciento que pensaban obtener en el emplazamiento a huelga dirigido a Fundidora antes de la declaración de quiebra y que iba a estallar a dos días del cierre.

Así, los mineros aceptan por mayoría el 20 de junio de 1986 el finiquito de la relación laboral, indica José Luis Correa en el artículo La Liquidación de Fundidora Monterrey y la Reconversión Industrial, No. 47 de Cuadernos Políticos -1986-.

El dirigente minero Juan Garcés dice que la empresa pierde 100 millones de pesos diarios. La empresa acusa a su vez a los vicios sindicales de ser los causantes.

Nada de eso  le interesa a la Bolsa Mexicana de Valores, que desde mayo de 1983 ya había retirado del mercado las acciones de Fundidora.

El 11 de mayo el Gobernador Jorge Treviño Martínez anuncia un programa de apoyo al empleo para los despedidos, quienes son liquidados conforme a la ley. Pide a los empresarios y otros sindicatos crear nuevas fuentes laborales. Pero los patrones ya tenían formuladas las “listas negras” para evitar contratarlos.

Por unos cuantos la pagan miles

A 32 años de que se emanó la última partícula de humo anaranjado de las grandes chimeneas –parte del escudo oficial de Nuevo León- un ex trabajador minero, Esteban Ovalle Carreón califica de asesinato el cierre. “Un típico albazo”.

Esteban Ovalle Carreón

En su libro El asesinato de Fundidora (UANL, 2005) dice que los obreros tuvieron muchos enemigos gratuitos en la sociedad que los calumnió, “pero es como en cualquier empresa donde hay flojos, por unos cuantos la pagamos miles”.

“En las primeras horas aparentamos calma, pero en nuestro interior el terror se iba apoderando de todos nosotros, incluyendo a nuestras familias. ¿”Qué íbamos a hacer? “Después del cierre en 1986 nadie levantó su voz para defendernos y reivindicarnos, excepto una mujer, Sandra Arenal Huerta”, observa Esteban.

Ovalle añade: “Algunas veces soñamos que fundidora está viva, que sigue con su trajín normal, produciendo acero para México y el mundo”. Muchos de sus compañeros están invadidos por el rencor, la impotencia, la nostalgia, la amargura, la depresión, la rabia, “pues viven con un eterno dolor clavado en lo más hondo de su corazón”.

Y aclara “si hubo errores y aciertos fueron de todos. El elefante, símbolo de la fundidora fue asesinado a mansalva, el crimen se lo achacaron a los más desprotegidos y menos responsables: los trabajadores”. Luego añade en otra página; “nacimos con el estigma de que si éramos hijos, hermanos, nietos de un trabajador de fundidora jamás nos darían empleo en ninguna parte”.

El otro ícono ambarino

Aclara que no hay rencor a la sociedad pero se queja de que “la gente de nuestra ciudad venera más a una fábrica de cerveza, que es considerada como un ícono principal de su identidad. Su consumo es bien visto y lo hacen aparecer como una forma colectiva de convivencia y esparcimiento ¿cree usted que algún día será declarada en quiebra?”

Ovalle también acusa al gobierno de favorecer a la empresa acerera privada HYLSA –Ternium- a la que se le hicieron programas de reconversión a la medida. “Pero no se midió con la misma vara a Fundidora, el gobierno quería salvar a Hylsa, no a fundidora. Más claro ni el agua”.

Igual arremete contra las grandes centrales obreras que dice  hicieron como que ayudaban y en cambio otras más pequeñas e independientes si lo cumplieron solidariamente, sin anuncios.

De nuestros compañeros, muchos se volvieron alcohólicos cuando no bebían y los divorcios fueron frecuentes; muchos padecen de hipertensión o han sufrido infartos.

Reclama enfático “por lo visto solo tuvimos defectos y ni una sola virtud. ¿Por qué nunca se mencionó que había trabajadores con cinco, 10, 15 y hasta 40 años sin faltar un solo día?

Diego López, El Mocho

Trece años después de publicar el libro, Esteban Ovalle Carreón no ha cambiado su forma de ver las cosas. Critica que la última adquisición de la empresa, el horno 2 haya sido vendido como chatarra, “ahora es un campo abierto, ahora se dan contra la pared por haberlo hecho pedazos”.

¿Cuál fue la verdadera intención del gobierno en ese famosa estrategia de reconversión industrial?, se le pregunta al cronista minero. “Fueron motivos políticos, luego vendieron los ferrocarriles y lo siguen haciendo para acabar con el sindicalismo libre o de lucha”.

Admite que al interior del gremio minero tuvieron varios grupos distintos al formal de la sección 67. “También hubo traidores dentro de ellos, yo pertenecía al 5 de Febrero. Pero es muy conocido por todas las corrientes lo que hizo Diego López Cruz –dirigente de la CROC- cuando él pertenecía al grupo Regeneración”.

“El grupo que era muy combativo contra la dirigencia formal que estaba vendida a la empresa, estaba dirigida por Jesús Medellín, ‘La Muñeca’ y cierto día cuando es gobernador Alfonso Martínez Domínguez llega Diego dirigiéndose a él (Jesús) como padrino, -estuve con el gobernador Martínez Domínguez y me dice que le va a ofrecer a usted una regiduría- y Medellín le contesta congruente que no quería compromisos o ser comprado, por ser el organismo independiente y de lucha”.

Ovalle precisa que a los 10 días de ese evento, nuevamente llega Diego López y le dice a Medellín “oiga padrino, Martínez Domínguez me ofreció la regiduría de Monterrey y yo la agarré”, ‘y pues… desde ese día lo conocemos todos como El Mocho, porque antes de su traición él había jurado que primero se mochaba las manos antes que agarrar un puesto en el gobierno”.

A los que se prepararon les fue mejor

“Ahora la misma raza ha dado forma a una leyenda basada en versiones de algunos vigilantes del actual Cintermex que dicen que en el departamento de Maquinarias donde trabajaba Diego han visto el espectro de alguien y decimos que es el de Medellín que anda vagando en busca de  Diego”, ríe Ovalle.

Esteban, pero ¿cuál es la lección para los trabajadores?

“Hubo respuestas de todo tipo, luchamos, protestamos, al final nos liquidaron, se creó un problema social, pero los que más batallaron fueron los que creyeron que la empresa iba a durar mil años, los que derrocharon en diversión, pero los que ahorraron, los que se prepararon y estudiaron, pudieron hacer frente a la realidad de mejor manera”.

A más de tres décadas del programa piloto de la reconversión en Monterrey “la derrota de los obreros de fundidora tiene un profundo significado, no solo porque es la primera empresa paraestatal que desaparece por la vía de declaración de quiebra, sino también porque constituye uno de los primeros ensayos que realiza el Estado para imponer la reconversión industrial”, anota el autor Correa Villanueva.

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